De empoderamiento y visibilidad

No se le puede exigir lo mismo a todo el mundo en materia de visibilidad; pero, a quien se le puede, se le debe exigir el máximo.
Beatriz Gimeno

No me había dado cuenta de lo cansada (en su acepción más física y literal) que estaba de charlas teóricas y textos académicos hasta que ayer MiraLes me sorprendió con una reunión bastante más humana de aquello a lo que estoy acostumbrada. Esta revista en línea en español (e inglés) para mujeres LBTQ, ha celebrado su primer aniversario con un Festival Cultural Lésbico en Madrid, denominado 'Mírame, soy libre'.

En la charla Empoderamiento y visibilidad, moderada por María Jesús Méndez, directora de la publicación, participaron Beatriz Gimeno e Isabel Gómez, presidenta de la asociación de familias LGTB Galehi. En un primer momento, se esperaba la asistencia de Gracia Trujillo, pero por motivos laborales tuvo que ausentarse, hecho que lamenté enormemente, sobre todo en el turno de preguntas, cuando se sucedieron un gran número de críticas a la filosofía y activismo queer sin que nadie (yo incluida) respondiera.

María Jesús Méndez introdujo la charla desde la experiencia personal. No recuerdo las palabras exactas, pero haré memoria, porque yo jamás habría encontrado un discurso mejor para explicarle a mi madre por qué quiero hablar con mi abuela. Armarios parciales, armarios de quita y pon, yo soy visible pero... Son muchas las maneras de decirlo pero una sola la realidad: si renuncias a visibilizarte como lesbiana, estás abandonando (voluntariamente) el ámbito de la ciudadanía y se lo estás regalando íntegramente a lxs heterosexuales.

El armario es un complejo mecanismo social que lxs propixs homosexuales reivindicaron como derecho a la privacidad cuando las conductas homosexuales eran perseguidas. El argumento de que el Estado no debía inmiscuirse en los asuntos personales, con un tinte tan neoliberal ahora, era entonces una cuestión de supervivencia (el archivo de socixs de COGAM era prácticamente secreto de Estado; la gente firmaba con nombres tales como Mickey Mouse).

Cuando la homosexualidad dejó de ser delito, el derecho a la privacidad se convirtió en una imposición estatal y social de obligación a la privacidad, tan contraria al lema feminista de lo personal es político. El shock del sida hizo ver, de la forma más trágica posible, que la permisividad legal de las conductas homosexuales no nos hacía iguales: el secreto es la muerte. El heteropatriarcado se clava y el armario se respira y se convierte en tu piel. No visibilizarte como lesbiana no significa dar pie a la ambigüedad, no significa no etiquetarse, no significa ser libre. No vilisibilizarte como lesbiana significa permitir que todo el mundo te etiquete como heterosexual.

El armario de Matilda, el personaje de Roald Dahl, donde la directora-Estado represor encierra a lxs alumnxs que escapan de la ley, cuyas paredes están plagadas de clavos amenazantes con dañarte si te mueves, es la imagen que me viene a la cabeza cuando pienso en este tema. La idea general que flotaba en la pequeña sala de la jornada de ayer era que esos clavos no son tales, que cuando te atreves a moverte no pasa nada, abres la puerta y no pasa nada, no pasa nada. Si no te van a echar del trabajo, si no te van a echar de casa, si no te van a encarcelar o a asesinar... salir del armario (sin espacios de ambigüedad, sin peros) se convierte en una responsabilidad ética individual y colectiva. Tu armario es mi armario, tu invisibilidad es la de todas.

Isabel Gómez, como representante de Galehi, hizo hincapié en el trabajo que las mujeres lesbianas estaban haciendo en otros espacios que no son el mediático (que parece que todavía asusta cuando una publicación pide declaraciones de padres y madres y, pese a que hay una relación aproximada de 70 a 30 en favor de las mujeres, sólo los varones se prestan a aparecer en público), espacios que parecen más pequeños, los colegios, las reuniones del AMPA, la salida de la guardería... por no mencionar los espacios de ingenuidad, lxs propixs niñxs, donde los prejuicios todavía no se han asentado.

Es una batalla silenciada, pero es una batalla de futuro.
Isabel Gómez

Esta tarde, a las 20:00, el local Ne me quite pas aloja la exposición de fotografía MíraMe, Soy Libre y la entrega de premios Visibilidad MiraLes.

2 reacciones

  1. "...por no mencionar los espacios de ingenuidad, lxs propixs niñxs, donde los prejuicios todavía no se han asentado."

    Este finde en la acampada jugamos con los niños al psicólogo, con los lobatos (7-11 años).

    Laura (seria): ¿Te duele la cabeza?
    Javier: Qué va.
    Laura (igual de seria): ¿Tienes novio?
    Javier: No.

    Ni una risita en el ambiente, ni una mirada maliciosa... Yo sonreía por dentro (y por fuera) y pensaba que era normal que Javi dijera que no sin inmutarse porque estaba poniéndose en el papel de otrx, pero las preguntas de Laura y la falta de reaccion censuradora no eran ni medio normales (o mejor dicho, eran maravillosamente normales).

  2. Y tan maravillosamente normales =) El problema es que enseguida les contaminamos...

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