musulmán o loco

Mezquita central de Madrid (Tetuán), en enero, después del atentado de París

En cualquier noticia en relación con el accidente de avión en los Alpes, se cita al fiscal de la investigación Brice Robin: "En este momento, nada permite decir que se trata de un atentado terrorista. Analizaremos el entorno de esta persona". Dice Hamid Dabashi al respecto: "La palabra 'terrorismo' está tan identificada con la palabra 'islam' que todx musulmánx que ha escuchado la intervención de Robin ha respirado aliviadx".

¿Qué pasaría si el copiloto se llamara Mohammed? ¿Qué pasaría si fuera musulmán (dato que se desconoce)? ¿En qué momento deja de dar vergüenza ser tan obvix en la racialización del terrorismo?

Pat Robertson, un telepredicador protestante fundamentalista bastante influyente en Estados Unidos (conocido, entre otras, por la estupenda declaración de la que soy fan absoluta y que suscribo al cien por cien: "La agenda feminista no habla de iguales derechos para las mujeres. Es un movimiento político contrario a la familia que alienta a las mujeres a abandonar a sus maridos, asesinar a sus hijxs, practicar brujería, destruir el capitalismo y hacerse lesbianas") ya ha soltado lo que mucha gente piensa: "¿Qué le pasaba al copiloto? ¿Era musulmán? ¿O por qué quería matar a toda esa gente?". ¿Si no era musulmán entonces qué era, un psicópata, un loco? ¡Oh! ¡Ahí viene la siguiente!

Por un lado, identificación entre islam y psicopatía; por otro lado, la psicopatía delx musulmánx (no sé para que pongo equis cuando debería ser masculino, las mujeres musulmanas no tienen derecho al uso de la violencia, solo están oprimidas y encerradas en sus casas, el terrorista será siempre dibujado como varón) está vinculada con la religión/cultura, mientras que la psicopatía del no-musulmán es individual y jamás politizada. ¡Sorpresa! El copiloto estuvo en "tratamiento psiquiátrico" hace seis años por una depresión. Ya está, es un loco individual y despolitizado (porque hace seis años estuvo medicado con antidepresivos, eso explica cualquier asesinato, y si el diagnóstico fuese ya de esquizofrenia, estaría todo el caso resuelto).

Independientemente de este caso en concreto, del que no sabemos nada, se ha escrito mucho sobre la racialización del término "terrorismo". Recuerdo especialmente el caso de los atentados en Noruega de 2011, del fundamentalista blanco y cristiano Breivik; o el más reciente tiroteo de Chapel Hill, cuando un tal Craig Stephen Hicks, fundamentalista ateo (anti-teo se definía) asesinó a tres jóvenes musulmanxs (nunca ha sido definido como terrorista, los terroristas tienen que tener un nombre árabe, por si aún no nos hemos enterado).

Estoy ahora justo leyendo Islam in Liberalism, la última obra de Joseph Massad (el autor de Desiring Arabs, una de las monografías poscoloniales más importantes sobre sexualidades no normativas y mundo árabe). En este ensayo repasa la genealogía del término islam en el mundo occidental, y cómo se ha producido como parte integral del liberalismo, como su opuesto déspota y antidemocrático (además de terrorista, principalmente a partir del 11 de septiembre de 2001), para poder dibujar, así, un Occidente democrático y con cuya imagen nos sintamos cómodxs.

Ah, y estoy aquí, esperando pacientemente a que todxs lxs europexs blancxs y de educación judeo-cristiana condenemos este accidente y, más aún, nos disculpemos por lo que nuestra raza/religión/etnia/cultura acaba de hacer.

Y escuchar a Angela Davis nunca, nunca está de más (aquí la transcripción de la entrevista, en inglés):



orgullo e interseccionalidad



El jueves estrenaron en España Pride (Orgullo, Matthew Warchus, 2014), una película inglesa sobre la alianza entre movimiento minero y LGTB en los años ochenta. Es 1984 y un grupo de activistas (que llevan la librería londinense Gay's The Word) comienzan a recaudar dinero para apoyar la huelga de minerOs convocada por el sindicato nacional. Como el sindicato no quiere aceptar el dinero, se lo saltan y escogen un pueblo al azar, en Gales, a donde acuden a pasar unos días. Es la historia real de Lesbians and Gays Support the Miners.

Aquí está el trailer en español (un poco diferente, bastante menos político)

Fui a ver la película con mucho miedo, porque me esperaba una especie de Bienvenidos al norte (Bienvenue chez les Ch'tis, Dany Boon, 2008) a lo marica: gays (y alguna lesbiana) urbanitas civilizadxs visitando a pueblerinxs heteros e incivilizadxs para, con la convivencia y unos cuantos gags, descubrir al final que todxs somos personas.

Y... bueno, en realidad sí. Pero tampoco. El caso es que llevo confusa cinco días. Porque los recursos cinematográficos (facilones) funcionan y lloras y claro, quién se pone a analizar los sutiles mecanismos de clasismo y homonormatividad cuando estás llorando.

Y sí, las bromas son a costa del encuentro entre el marica y el pueblerino. Y sí, la politización del urbanita queer y la politización del minero parecen de universos completamente diferentes. Y sí, las bolleras que quieren un grupo no mixto se salen del tiesto porque ¿quién habla de feminismo? ¡esto es la revolución! Y sí, el SIDA aparece muy poco y estamos en los ochenta. Y sí, parece que un movimiento social depende del heroísmo de una sola persona (hombre cis, por supuesto). Y sí, la violencia policial brutal que se produjo en las huelgas mineras de 1984-1985 casi no aparece. Pero también hay cruces interesantes en la convergencia de sendas politizaciones. Y también intersecta lo marica y lo obrero en algunos momentos.

Así que sí, parece que tengo que verla otra vez, ahora sin llorar y eso, para averiguar si se salva o no.

Y nunca viene mal salir de una sala de cine con ganas de cantar con fuerza eso de we will laugh the day that Thatcher dies