locura en RNE


En temporadas en las que me cuesta dormir, escucho la radio toda la noche. Lo sé, no parece un buen remedio contra el insomnio, sobre todo cuando te enfadas con lxs locutorxs e invitadxs y acabas sacando una libreta o el mismo móvil para tomar notas. Y no, si escuchara podcast de estupendos programas feministas y autogestionados tampoco funcionaría, la idea es dormirse, no engancharse.

Anteayer, en Gente Despierta, un programa nocturno de RNE, presentado por Carles Mesa, invitaron a un médico psiquiatra especializado en medicina legal y forense: Leopoldo Ortega-Monasterio.

Durante treinta minutos de radiodifusión pública, una persona con toda la legitimidad que le da la autoridad médica, el espacio mediático, los títulos y doctorados y, por supuesto, el traje y la pajarita (no lo vemos pero nos lo cuentan), ayudado por un presentador terrible, construyen un espacio de la psicopatología y la enfermedad mental como Otro, espacio de la rareza y la anormalidad frente a nuestra realidad normal (implícitamente normativizada y normalizada).

Distinguen la especialidad psiquiátrica del resto de especialidades por una sintomatología sin referencia anatómica ni base orgánica cerebral (el cuerpo patologizado del loco es el más obvio cuerpo sin órganos). Así, el psiquiatra decide quién está enfermo y quién no lo está (esta frase, literal, puede parecer obvia, pero no sé si a todxs nos suena igual de terrible). El síntoma como significante sin referente, la más evidente de las construcciones disfrazada de ontología.

"Hoy, afortunadamente, hay pocos, muy pocos, retrasados mentales (...); pero, también un chico que tenga la desgracia de ser un retrasado mental, un síndrome de Down, por ejemplo (...), cuando cumpla la mayoría de edad habría que incapacitarlo"... Aquí es cuando tuve que levantarme para tomar notas. ¿"Retrasado mental"? ¿No se supone que una persona que trabaja estos temas tiene la sensibilidad de formarse, de comunicarse con las comunidades de personas psiquiatrizadas? ¿No se nota que "retrasado mental" no se ajusta a ninguna realidad? Aunque quien presupone que algunas personas deben ser incapacitadas de por sí, por divergencias cognitivas o de desarrollo normativo...

A continuación, tranquiliza a lxs espectadorxs: ya no hablamos tanto de locxs, enajenadxs, enfermxs mentales graves... sino de ansiosxs, depresivxs, fóbicxs. Psiquiatría pesada versus psiquiatría ligera. Neurosis versus psicosis. Locxs buenxs versus locxs malxs. Lxs que podríamos ser nosotrxs versus lxs que siempre serán otrxs. Lxs que, literalmente según el presentador, "no son unos locos", versus lxs que sí lo son.

También tratan el tema de los pabellones psiquiátricos de las cárceles (prisiones que definen como espacios de "control coactivo estatal", lo que encuentran positivo). Y aquí ya apago la radio por supervivencia emocional. Así no me voy a dormir nunca.


mareo

Llevo una semana escribiendo una entrada cada día y abandonándola en borradores. Hay días sin mayúsculas y días sin casi signos de puntuación y días que son una mezcla.

M. estaba en el hospital y bromeamos porque ahora es un cyborg (pero todxs somos cyborgs llenxs de prótesis y no me mareé al ver su cicatriz ni con la sangre de su compañera de habitación porque la miraba fijamente a los ojos).

Llevo veinticuatro horas pensando en ontologías prediscursivas y podría dejarlo ahí pero mi directora de tesis se enfada porque no explico los conceptos que nombro. Me quedo atrapada en la teoría del discurso y en la filosofía del lenguaje y en el textualismo más extremo. No hay nada más allá del lenguaje. Todo es discurso. La ontología estudia las entidades que existen. Lo prediscursivo es aquello que existe antes de existir en el lenguaje. O sea, nada.

O todo. Pero no es relevante. No es aprehensible para nosotrxs. Da igual la ontología prediscursiva. Da igual que exista o que no exista una realidad atómica. Dan igual el gran corazón-cyborg de M. o los tendones cortados o las pastillas en la cartera fuera de las formas de pensarlos, construidas en el lenguaje.

La teoría del discurso es optimista, porque puedes cambiar la realidad si cambias los lenguajes. La teoría del discurso es pesimista, porque no puedes concebir otros lenguajes más que a partir de los lenguajes que ya conoces.

A veces leo filosofía del lenguaje tan textualista que me mareo como con la sangre de la compañera de habitación de M. Me mareo de verdad. Entro y entro línea tras línea y me lo creo pero de repente dejo de saber dónde estoy. Y como hablaba hace unos días con otra M. necesitamos volver a la caña y no sabemos si eso es la realidad o la zona de confort.

Lo único importante es que los corazones mecánicos siguen latiendo. Y da igual que sea antes o después del lenguaje, dentro o fuera del discurso.

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he tardado quince días en echar de menos escribir a mano (salvo por esa firma que parece una falsificación y por los libros que no subrayo pero cuyas páginas fotografío).

no pasa nada por hacerlo todo el doble de despacio.

muchos, muchos, pero muchísimos hombres desconocidos me hablan por la calle para que les explique qué me ha pasado. contesté al primero. a partir de entonces solo me llaman antipática.

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de qué sirve leer a foucault a butler a spivak a spade si no respetas la negativa en una interacción sexual, si no te interesan los cuidados, si jerarquizas precisamente a quienes sí y a quienes no han leído u oído hablar de foucault de butler de spivak de spade. pero te llamas feminista.

o no te defines como feminista ni como transfeminista ni como womanista pero cuidas tus relaciones, entiendes perfectamente los conceptos de consentimiento y de interseccionalidad, tus prácticas son feministas.

¿esto es heterodesignar el feminismo? ¿llamar feminista a quien no se identifica como tal o negarle la etiqueta a quien sí la aprehende? ¿es trazar una línea excluyente de quiénes son feministas y quiénes no? ¿dónde queda la línea? no hay personas sino prácticas feministas. estrictamente, no somos feministas sino que intentamos que nuestras prácticas lo sean, con más o menos éxito.