De vuelta

Creo que me daba más pereza publicar por la sensación de que, haciendo casi un mes que no actualizo, debía dar algún tipo de explicación o escribir una entrada especialmente larga. Creo que voy a solucionar ese bloqueo con un post escueto. Colaboro con una asociación dando charlas en institutos sobre diversidad afectivo-sexual y contra la homofobia. Explicar la diferencia entre sexo, género, deseo y prácticas sexuales; debatir sobre los prejuicios y estereotipos; hablar de lgtbfobia... a un grupo de adolescentes no puede ser malo.

El último día, sin embargo, mientras contaba mentalmente a lxs chavalxs de una clase para una estadística interna desagregada por género, conté como chica a un chico, según me di cuenta más tarde. Y sentí que estamos haciendo lo mismo que criticamos. Definir a las personas. Heterodesignarlas. Imponerles una identidad, que sólo puede ser hombre o mujer, que sólo puede ser macho o hembra. No sé si hacemos una buena introducción o si asentamos la base teórica dicotómica que deberíamos estar tratando de eliminar.

No comparto algunas de las definiciones y conceptualizaciones del guión, por poco inclusivas hacia otras realidades (intersex, intergén, transgén...), por marcadamente dualistas y algo conservadoras. Pero estoy aquí porque pienso que es mejor eso que nada. Aunque a veces dudo y me dan ganas de salir corriendo.


Sukran Moral


Una noticia en El País de ayer me ha descubierto a una artista y performer turca que no conocía: Sukran Moral. Al mismo tiempo, me ha devuelto el encanto de informarme sobre alguien que no aparece en la Wikipedia...

Pese a que acaba de asentarse oficialmente en Italia, huyendo de las amenazas de muerte que su última obra, una performance de temática lésbica, han despertado en su país de origen, llevaba muchos años trabajando y viviendo entre Italia y Turquía.

Nació en la ciudad de Terme (provincia de Samsun, al nordeste de Turquía). Siguió estudiando en contra de la orden de su familia, que temía que se "convirtiera en una puta". Tras estudiar Bellas Artes en la Universidad de Ankara, se trasladó a Roma en 1989, para especializarse en pintura en la Accademia di Belle Arti. Desde 1994, un año antes de graduarse, ha participado en exposiciones colectivas e individuales, mostrando sus video-performances documentales y sus fotografías.

Su obra está centrada en la presión que ejercen religión y cultura (¿pero no estamos hablando de lo mismo?) en las mujeres. Su objeto es lo queer. Transexuales, fronterizxs, prostitutas, homosexuales, cuerpos y mentes enfermos, cuerpos alienados. En una entrevista al diario alemán Spiegel, con motivo de la exposición de arte contemporáneo turco Istanbul Next Wave que tuvo lugar en 2009, Moral afirmaba: "La sociedad oriental siente un odio especial hacia las mujeres y hacia las niñas. Es hipócrita y medieval. Tienen miedo del orgasmo femenino. Tienen miedo de las mujeres que practican sexo. Tienen miedo de las mujeres que se acuestan con muchos hombres".

Su primera obra reconocida internacionalmente es Bordello (Burdel), una pieza en la que se exhibe ante un grupo de hombres: "De pequeña me amenazaban con que acabaría en un sitio como éste (...). Me aterrorizaban los burdeles". Penetraba, sin ser heterodesignada puta en su sentido económico profesional, en lugares establecidos como masculinos, como en Hamam, posando desnuda junto a un grupo de hombres en unos baños.

Una de sus obras más interesantes es Family Night (Noche de familia), una instalación con una mesa muy elegante, su vajilla de porcelana, sus flores, su mantel cuidado, y un esqueleto de mujer sentado, gritando como si fuera obra de Munch. Sobre la mesa, un martillo, balas... las herramientas con las que se han cometido diferentes crímenes de honor en Turquía. La performance que rodeaba a la instalación incluía a un grupo de niñas bailando en traje de novia a su alrededor, ajenas a la escena, su futuro.

Sin embargo, la que más me gusta a mí es Apocalipsis, donde el gran retrato de una mujer embarazada, desnuda, crucificada, se erige sobre veintiocho cuerpos de mujer tendidos en el suelo y envueltos en sábanas blancas. Es Diosa diciéndonos: "Yo os di la vida. Vosotros se/os la quitáis".

El teatro Casa del Arte de Estambul era la sede de su última performance. Todxs lxs espectadorxs abandonaron la sala antes de que pasaran veinte minutos. Ella siguió representando una relación sexual lésbica. La obra fue suspendida al día siguiente, junto con los correos y llamadas amenazantes.

Pese al sabor de boca orientalista que un intento de reseña como éste puede dejarnos, Moral construye un discurso sobre la violencia contra la mujer, no sobre Turquía o sobre el Islam, pese a que es en Turquía y en una cultura musulmana, y en la frontera con Italia y otra cultura mediterránea, aunque católica, donde ella misma se ha construido como cuerpo. Recuperando la entrevista que dio a Spiegel, Sukran (que significa gracias en árabe) insiste en que su obra va mucho más allá de un marco geográfico concreto: "Mis temas son universales. Da igual dónde estés: Turquía, Italia, Alemania, Francia. Hay violencia contra las mujeres en todas partes".

Su fotografía de 2009 "Found Guilty" (Culpable) (...) muestra a una mujer desnuda con las piernas abiertas, sus ingles cubiertas de sangre. Cuando exhibió esta obra por primera vez en Estambul, sus amigxs le dijeron que necesitaba disfrazarse y marcharse cuanto antes de allí antes de que la mataran. Aunque, finalmente, nada violento sucedió, un hombre se le aproximó en una inauguración y le escupió despectivo: "Me follaría eso". Moral no se inmutó. "Para mí" dice, "fue un bonito halago. Era un hombre ignorante, pero me gustó lo que dijo. Quiero que la gente quiera follarse el arte".
Entrevista a Spiegel


Feliz cumpleaños


La Universidad me tiene completamente absorbida estas Navidades. Eso me impide seguir publicando en el blog al ritmo que me gustaría. Hoy, por ejemplo, habría escrito acerca del trigésimo aniversario de la eliminación de los «actos homosexuales» de la Ley 16/1970 de Peligrosidad y Rehabilitación Social, por la que homosexuales, mendigxs, drogadictxs, prostitutas, inmigrantes en situación de irregularidad... eran penadxs con multas, cárcel o ingreso forzado en centros psiquiátricos.

Es curioso leer los debates de 1977 en los que se discutía la derogación (que no sería completa hasta 1995). Un tal señor Gallo, del Colegio de Abogados, argumenta que «la homosexualidad, la prostitución y el proxenetismo son lacras sociales que debemos combatir; no podemos permitir la convivencia con esos seres que las practican para evitar su difusión entre nosotros y nuestros hijos».

En enero de 1981, cuando se exluyó la homosexualidad de la Ley 16/1970, faltaban todavía nueve años para que la Organización Mundial de la Salud dejara de considerarla una enfermedad (la Asociación Estadounidense de Psiquiatría lo había hecho en 1973 y algún país europeo como Reino Unido no lo haría hasta 1994). Si tuviera tiempo y no hubiera una pila de investigaciones pendientes junto al ordenador, enlazaría con la patologización de la transexualidad, la campaña en su contra, los debates en el movimiento trans y los enfrentamientos dentro del movimiento LGTB+ del estado español. Pero no, no tengo tiempo. Así que sólo dejo de regalo un vídeo de RTVE en el que Rosa María Calaf entrevista a algunxs viandantes sobre su opinión acerca de la homosexualidad en 1981.


We can do it! Can't we?


Estos días nos hemos despertado con la noticia de la muerte de Geraldine Doyle, la modelo de parte de la cartelería de la segunda guerra mundial que representaba al personaje icónico Rosie the Riveter. Ha muerto este 26 de diciembre, en Michigan, donde nació, con 86 años.

Doyle trabajó poco tiempo como prensadora de metal tras graduarse, pero temía un accidente laboral que dañase sus manos de cellista. Durante ese corto periodo, un fotógrafo tomó una imagen de ella que, poco después, el diseñador J. Howard Miller convertiría en el famoso poster We can do it! para el comité de producción bélica de la empresa Westinghouse. En febrero de 1942, fue colgado durante un par de semanas en la fábrica, para desmotivar la huelga y fomentar la asistencia de las mujeres, mucho antes de que el nombre de Rosie estuviera asociado a la imagen.

La icónica estampa, pues, no tiene un origen muy feminista, sino que es el perfecto símbolo de la industria bélica estadounidense, que durante la segunda guerra mundial motivó a las mujeres a entrar en las fábricas cuando el país lo necesitaba y las devolvió al hogar cuando los hombres volvieron del campo de batalla.

La propia Geraldine Doyle ignoraba la existencia de esta imagen, hasta que, en los años ochenta, el poster fue redescubierto y resignificado para defender la igualdad en el lugar de trabajo. La foto original apareció en un número de 1984 de la revista Modern Maturity, y así descubrió que la modelo era ella.

Rosie the Riveter es el personaje icónico que representa a todas esas mujeres de los años cuarenta que entraron a trabajar en las fábricas estadounidenses. Su origen está en una canción de 1942:

All the day long,
Todo el día
Whether rain or shine
llueva o luzca el sol
She’s part of the assembly line.
ella está en la cadena de montaje.
She’s making history,
Está haciendo historia,
Working for victory
trabajando por la victoria,
Rosie the Riveter
Rosie la de los remaches.
Redd Evans y John Jacob Loeb