Bloqueo

Estoy bloqueada.

Siento que he olvidado cómo se escribe, cómo se habla. Que no puedo publicar una frase sin introducir cinco palabras grandilocuentes de jerga posmoderna que demuestren lo que he leído. Así que tengo que aprender a hablar otra vez, a escribir otra vez.

Estoy leyendo Sister Outsider, de Audre Lorde. Escalofríos como en los viejos tiempos. Hacía dos semanas que no leía nada. Me gustaría ser capaz de sentir el resto de las cosas de la vida como siento las palabras. Pero todo lo convierto en literatura.

And of course I am afraid, because the transformation of silence into language and action is an act of self-revelation, and that always seems fraught with danger. But my daughter, when I told her of our topic and my difficulty with it, said, “Tell them about how you’re never really a whole person if you remain silent, because there’s always that one little piece inside you that wants to be spoken out, and if you keep ignoring it, it gets madder and madder and hotter and hotter, and if you don’t speak it out one day it will just up and punch you in the mouth from the inside.”

(...)

And it is never without fear — of visibility, of the harsh light of scrutiny and perhaps judgment, of pain, of death. But we have lived through all of those already, in silence, except death. And I remind myself all the time now that if I were to have been born mute, or had maintained an oath of silence my whole life long for safety, I would still have suffered, and I would still die. It is very good for establishing perspective.

(...)

The fact that we are here and that I speak these words is an attempt to break that silence and bridge some of those differences between us, for it is not difference which immobilizes us, but silence. And there are so many silences to be broken.

Audre Lorde: "The Transformation of Silence into Language and Action"


Questions, toilets and poo

Puede que las migrañas tengan relacíón, pero no me apetece mucho escribir estos días. Pero no hace falta; Internet está lleno de imágenes y enlaces.

La imagen pertenece al proyecto A Series of Questions, de L. Weingarten, recomendado por Bar Bloem: Este proyecto en curso explora las dinámicas de poder inherentes a las preguntas planteadas a personas transgénero, transexuales, genderqueer, inconformistas del género y de género fluido, tal y como dice en su presentación.


La pregunta de la izquierda: Are you in the right bathroom? me lleva a un artículo de Sociological Images llamado Go Where? Sex, Gender, and Toilets. Hay una colección inmensa de letreros de baño y un análisis de las imágenes en su relación con el sexo y el género. Poca crítica, sin embargo, a las propias limitaciones inherentes a la rigidez de la dicotomía.

Esto me lleva, finalmente, al proyecto de Coco Riot del que he hablado más veces Genderpoo, que es una de las mejores visiones que he visto nunca acerca del binomio hombre-mujer en los baños públicos.


Y comieron perdices

Dina Goldstein: Y fueron felices para siempre.




Elecciones

Del que considero el mejor libro sobre teoría y prácticas queer que se ha editado desde el estado español, El eje del mal es heterosexual, que releía ayer:

Como mi amante le dijo una vez a su madre: «No elegí esto y sin embargo si tuviera que elegir mil veces continuaría eligiendo esto. De hecho elegí esto».
Ulrika Dahl. El baúl de los disfraces: Un manifiesto femme-inista


Apuntes sobre la locura

Mi madre odia que utilice el adjetivo loca. Supongo que ése es el efecto que se espera de términos como queer, bollera, maricón con intención de empoderamiento. Cuando la teoría queer se convirtió en Teoría Queer (como dicen Sejo Carrascosa y Fefa Vila en "Geografías víricas" [pdf]) y el uso de términos como bollera ligado a la academia se hizo respetable, queer se vació de gran parte de su sentido.

Así, mi madre odia que utilice el adjetivo loca: "Ni estás ni estuvieste loca, tuviste una depresión y ahora eres perfectamente normal". Algo se le retuerce por dentro cada vez que lo pronuncio.

Diagnóstico: Trastorno de adaptación al mundo. ¿Conservo esa ficha?

Cito de memoria, pero, en The Female Eunuch, Germaine Greer dice en un momento dado: "No pudieron cambiar el mundo, así que intentaron cambiarlas a ellas".

Quién decide quién está y quién no está a un lado y a otro de la salud mental.

En realidad, a veces me irrita la facilidad con la que desde algunos sectores radicales se sigue el discurso de Foucault, Deleuze y Guattari sobre la locura (más relacionado con la esquizofrenia) sin tratar de empatizar al tiempo. Sí, la medicina como (re)productora de enfermedades. Como (re)productora de exclusiones y de marginaciones. Sí, la medicina como lápiz que dibuja la línea: tú, aquí; tú, allí. Pero a veces parece que lxs que quieren borrar todas las líneas nunca han estado de este lado.

Da igual que esté o haya estado loca antes o después. Da igual que viva más o menos medicada. Independientemente, es un vector importante de mi identidad. Indudablemente, yo no sería yo sin esa variable. Es curioso que seamos mujeres, seamos bolleras... pero estemos locas. Yo estoy mujer, estoy bollera y estoy loca. Ser/estar es lo más bonito del castellano.

Dejé de escribir ficción porque sólo sabía escribir sobre la locura. Ahora intento escribir ensayo y sólo sé escribir sobre las bolleras. Ficción/Ensayo. Locura/Bolleras. Puede que esta entrada sea la más cercana a la Realidad que haya escrito hasta ahora en este blog.

Ayer fue el día de la salud mental. Fíjate qué oportuna.


Quiero dejar de ser blanca

Hace apenas dos años que me di cuenta de que soy blanca. No sólo en el estado español, sino también en, por ejemplo, Reino Unido, soy leída como blanca. No sé si lo sería en países nórdicos como Dinamarca (lo digo por este texto de Lille Skvat). Supongo que los veintidós es una edad tardía para darse cuenta de que se es blanca. El problema es que no sé cómo puedo dejar de serlo.

Ya he dicho otras veces que no sé cómo escapar de la dialéctica opresorx/oprimidx. Parece que logro eliminar algunas dicotomías pero no sé cómo escapar de otras. Está la figura delx aliadx, ¿verdad? Así podemos escapar de ser opresorxs cuando no somos lxs oprimidxs. Pero, ¿es suficiente un pensamiento/ideología antirracista para convertirse en aliadx? No lo creo.

Quiero poner el ejemplo de otro binomio diferente del de blancx/no-blancx como es el de hombre/no-hombre. Antes, resumo dos problemas que se derivan de utilizar este ejemplo:
1) Hay personas que son blancas y no-blancas, igual que hay personas que son hombres y no-hombres a la vez. Todo depende del tiempo, el espacio, el cuerpo que se autodesigna, el interlocutor que lo lee...
2) Hablar de formas de opresión a lxs no-blancxs en paralelo a las formas de opresión a lxs no-hombres diverge un sistema que está claramente interrelacionado. Yuxtaponer con comas el sexismo, el racismo, el clasismo... dando a entender que, aunque creamos en la interseccionalidad de opresiones, no sabemos realmente cómo transversalizarlas, es lo que provoca que lxs oprimidxs por el sexismo se representen como mujeres blancas y lxs oprimidxs por el racismo se representen como hombres negros (esto me recuerda al título de la magnífica compilación Todas las mujeres son blancas, todos los negros son hombres pero algunas de nosotras somos valientes).

Pese a la problemática, como digo, del ejemplo, sigo adelante con él porque me parece ilustrativo:

Lxs no-hombres están oprimidxs en un sistema machista. Yo soy [leída como] no-hombre. Hay opresorxs y oprimidxs. Yo soy oprimidx. Muchos hombres auto y heterodesignados como hombres expresan verbalmente un pensamiento/ideología antisexista, ¿por qué no les siento tantas veces como aliados? Porque al no renunciar a los privilegios de los que gozan como hombres, mantienen el sistema sexista. Puedo decir: "Pero no tienen por qué renunciar a sus privilegios como hombres. Simplemente, pueden esperar, promover, apoyar que lxs no-hombres tengan los mismos privilegios".

Pero no, porque para que hombres y no-hombres tengan el mismo nivel económico, los hombres deben bajar el suyo; que hombres y no-hombres tengan las mismas oportunidades laborales implica que los hombres tengan menores oportunidades laborales; que hombres y no-hombres dispongan del mismo tiempo para hablar en el espacio público, implica que los hombres deben disponer de menos tiempo para hacerlo. R, por ejemplo, puede, aun siendo hombre, promover, apoyar... un pensamiento antisexista. Sin embargo, aunque critique y se le vayan los demonios porque su empresa no contrate a mujeres porque 'pueden quedarse embarazadas y no vamos a pagar bajas de maternidad' (sic), mantiene su puesto laboral allí, es decir, mantiene su privilegio como hombre de acceso a determinado puesto laboral. Entiendo que tiene que trabajar y que comer y que lo que tú quieras. Pero eso no borra que ocupe la posición de opresorx en el sistema sexista. Por tanto, si quiere dejar de ser opresorx de una forma radical (de raíz), debería abandonar ese trabajo que es un privilegio machista.

Dejar el puesto como acción reivindicativa convertiría a R en aliado. Pero para que dejara de ser leído como no-hombre en el sentido de "persona que no disfruta de los privilegios de un sistema sexista" (lo que le convertiría en oprmido) tendría que hacer, sin embargo, muchísimas más cosas. Debería vivir los embarazos como los viven una persona-leída-como-mujer (motivo por el que exigiría las mismas bajas y lxs presuntxs futurxs jefxs valorarían esta posibilidad a la hora de planteárselo como candidatx); debería encargarse del cuidado no remunerado (cuidado de sí, cuidado de otrxs, cuidado de espacios) como se encarga una persona-leída-como-mujer (motivo que consideraría a la hora de verse obligado a buscar medias jornadas y perder oportunidades de ascensos...). Esto es sólo un par de ejemplos en el campo laboral.

Si me voy ahora al caso de lxs blancxs-no blancxs, parece evidente que no basta con que tenga un pensamiento/ideología antirracista para dejar de ser opresora. Debo abandonar los privilegios que tengo como blanca. Y esos son muchos. Y, aunque intento hacerlo, hay veces que me olvido y que los disfruto como si fueran obvios, como si fueran naturales. No solo hablo de ejemplos como los anteriores, en los que es evidente que debo perder beneficios para conseguir igualdad, sino de casos en los que los beneficios son intangibles e infinitos. ¿A qué me refiero? Puedo perder trabajos que no conseguiría si no fuera blanca o que, ante las mismas posibilidades, consigo yo porque soy leída como blanca [si me voy a opresiones por situación legal y quisiera seguir esta premisa, tendría que abandonar todo trabajo que exigiera que fuese una persona regularmente identificada, ¿no estoy tan comprometida?] porque el número de puestos laborales y de dinero es finito y a repartir, digamos [mente capitalista...]. Sin embargo, el respeto no es finito ni limitado. No tengo una cantidad fija de respeto y tengo que elegir a quién prodigarla. Entonces, ¿debo dejar de ser respetada en un comercio, en un centro laboral, en la calle, en una manifestación, ya que es un privilegio con el que no cuentan las personas no leídas como blancas? Si fuera así, ¿cómo lo hago? ¿Quizá optando por caracterizaciones visibles que sean leídas igualmente como merecedoras de falta de respeto? No lo sé.

Preguntas, todo son preguntas. [En un post demasiado largo como para obtener respuestas...]

Y esto mismo me lo pregunto con otros tantos privilegios de los que disfruto por mi posición como persona-sin-discapacidades, seronegativa, clase media, trabajadora, situación nacional regular, no-inmigrante y etcétera y etcétera y etcétera.


Sexo, poder y cine

Son mis primeras dos semanas de 'vacaciones mentales' en mucho tiempo antes de que mi presunto futuro tutor de tesis dé el visto bueno al borrador del proyecto, así que tengo un poco abandonado este espacio, demasiado ocupada en quehaceres banales. Acaba de salir el nuevo número de la revista semestral de comunicación audiovisual y nuevas tecnologías Icono14, con un volumen especial llamado Discursos de la sexualidad en el cine (se puede leer gratuitamente en línea). Tiene dieciséis artículos, entre los que firmo uno junto con mi compañera y amiga Sara: Sexo, poder y cine: Relaciones de poder y representaciones sexuales en los nuevos relatos pornográficos [esto se considera autopromoción, ¿no?].