rabia


Ya te avisa la Biblia, "mejor es morar en tierra del desierto, que con la mujer rencillosa e iracunda". Estuve hablando con G sobre la rabia, sobre cómo las personas socializadas como mujeres manejamos el enfado. He estado leyendo desde entonces sobre ello, sobre cómo a veces no sabemos procesarlo y sobre la falta de referentes de mujeres cabreadas, pese a tener (o precisamente debido a tener) todas esas imágenes estereotipadas en la cabeza: la histérica, la loca del coño, la feminazi. En el caso de las mujeres no blancas el cliché es todavía más recurrente, un tropo que tiene hasta página en la Wikipedia.

En 1589, una mujer llamada Jane Anger escribió "Protection for Women", un breve texto contra la supremacía masculina, y otros tantos panfletos rabiosos. Y sí, Jane Anger estaba muy cabreada: "it was ANGER that did write it" (con un juego de palabras con su apellido, Enfado, pseudónimo o no, aún se debate). En este artículo se recorre el enfado en la literatura feminista desde Jane Anger hasta Virginia Woolf, pasando por Wollstonecraft, y habla de los feminismos de los sesenta como la cúspide del enfado. ¿Quién puede olvidarse del Manifiesto SCUM? (*triple alerta de capacitismo, oigausté).

Parte de esos feminismos tan blancos le decían a las mujeres negras que reprimieran su furia por el bien de la estabilidad del movimiento. bell hooks escribe en su libro Killing Rage: "Lxs blancxs han colonizado a lxs estadounidensxs negrxs, y parte de ese proceso de colonización ha sido enseñarnos a reprimir nuestra rabia, no hacerles nunca objeto de ese enfado que nos hace sentir el racismo".

En 1981, Audre Lorde dio una conferencia sobre los usos del enfado: The Uses of Anger: Women Responding to Racism y sobre no callarse ante el racismo de las compañeras blancas solo para evitar que se sientan culpables: "Todas las mujeres tienen un arsenal de rabia bien provisto, potencialmente útil contra las opresiones, personales e institucionales, que dan vida a esa misma rabia. Enfocada con precisión puede convertirse en una poderosa fuente de energía para el progreso y el cambio (...). No puedo esconer mi rabia para ahorrarte culpa, sentimientos heridos, o tu rabia de vuelta; porque hacer eso insultaría y trivializaría todo nuestro trabajo. La culpa no es una respuesta al enfado, es una respuesta a tus acciones o a tu falta de acción. Si lleva al cambio puede ser útil, pero entonces ya no es culpa sino aprendizaje. Demasiado a menudo, la culpa es solo otro nombre para la impotencia (...), la última protección de la falta de cambio". (Aquí me duele un poco pero bajito bajito, porque la culpa es esa otra gran arma del patriarcado tan difícil de pelear). Dice Lorde: "Mi rabia me ha traído dolor pero también la supervivencia, así que antes de abandonarla tendría que asegurarme de que tenemos otro instrumento tan poderoso como ella".

En esta reflexión (un tanto obsesiva) sobre el enfado, también me inquieta cómo intersecta con el capacitismo, cómo cada vez que el enfado (siempre legítimo, ¡cómo no vamos a estar enfadadxs!) se expresa por cauces no normativos o neurodiversos (o simplemente se expresa, eso ya es de por sí bastante poco normativo y bastante neurodivergente), el peso violento de la norma capacitista cae sobre la valiente.

Las pocas veces que me enfado y que no sé cómo gestionar la rabia, me acuerdo del bonito manifiesto de Lemebel, de H.I.J.O.S. y de Stefan Zweig, de ese "nuestra venganza será ser felices" (dándole una vuelta, o dos, o mil, a la "felicidad", claroestá).

Pero otras veces solo quiero romper cosas y pegar muy fuerte.