M. estaba en el hospital y bromeamos porque ahora es un cyborg (pero todxs somos cyborgs llenxs de prótesis y no me mareé al ver su cicatriz ni con la sangre de su compañera de habitación porque la miraba fijamente a los ojos).
Llevo veinticuatro horas pensando en ontologías prediscursivas y podría dejarlo ahí pero mi directora de tesis se enfada porque no explico los conceptos que nombro. Me quedo atrapada en la teoría del discurso y en la filosofía del lenguaje y en el textualismo más extremo. No hay nada más allá del lenguaje. Todo es discurso. La ontología estudia las entidades que existen. Lo prediscursivo es aquello que existe antes de existir en el lenguaje. O sea, nada.
O todo. Pero no es relevante. No es aprehensible para nosotrxs. Da igual la ontología prediscursiva. Da igual que exista o que no exista una realidad atómica. Dan igual el gran corazón-cyborg de M. o los tendones cortados o las pastillas en la cartera fuera de las formas de pensarlos, construidas en el lenguaje.
La teoría del discurso es optimista, porque puedes cambiar la realidad si cambias los lenguajes. La teoría del discurso es pesimista, porque no puedes concebir otros lenguajes más que a partir de los lenguajes que ya conoces.
A veces leo filosofía del lenguaje tan textualista que me mareo como con la sangre de la compañera de habitación de M. Me mareo de verdad. Entro y entro línea tras línea y me lo creo pero de repente dejo de saber dónde estoy. Y como hablaba hace unos días con otra M. necesitamos volver a la caña y no sabemos si eso es la realidad o la zona de confort.
Lo único importante es que los corazones mecánicos siguen latiendo. Y da igual que sea antes o después del lenguaje, dentro o fuera del discurso.
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he tardado quince días en echar de menos escribir a mano (salvo por esa firma que parece una falsificación y por los libros que no subrayo pero cuyas páginas fotografío).
no pasa nada por hacerlo todo el doble de despacio.
muchos, muchos, pero muchísimos hombres desconocidos me hablan por la calle para que les explique qué me ha pasado. contesté al primero. a partir de entonces solo me llaman antipática.
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o no te defines como feminista ni como transfeminista ni como womanista pero cuidas tus relaciones, entiendes perfectamente los conceptos de consentimiento y de interseccionalidad, tus prácticas son feministas.
¿esto es heterodesignar el feminismo? ¿llamar feminista a quien no se identifica como tal o negarle la etiqueta a quien sí la aprehende? ¿es trazar una línea excluyente de quiénes son feministas y quiénes no? ¿dónde queda la línea? no hay personas sino prácticas feministas. estrictamente, no somos feministas sino que intentamos que nuestras prácticas lo sean, con más o menos éxito.
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