Árabes queer


Maha y Maryam rezan en una mezquita de El Cairo. Deslizan sus dedos por las letras árabes grabadas en la piedra. Sus dedos se rozan. Son pareja desde hace tres años. Cuatro hombres iraníes esperan la respuesta de Turquía a su solicitud de refugiados. Ferda y Kiymet, sufíes devotas, no ocultan su relación en las calles de Konya. Muhsin Hendricks es gay. Y también es Imam en Johanesburgo.

Junto con Mazen, Ahsan y Qasim, este grupo conforma los personajes de A Jihad for Love (imdb) (tráiler) (Parvez Sharma, 2007, EEUU/Reino Unido/Francia/Alemania/Australia), un documental sobre la compatibilidad entre confesión musulmana y homosexualidad. Galardonada en numerosos festivales (no sólo de temática LGTB) desde su estreno, el director, residente en Nueva York, acaba de anunciar la exhibición pública del filme en Beirut, la primera que se desarrolla en un país árabe, con repercusiones en los medios de comunicación (más amable la información que los comentarios).

Desde una perspectiva meramente religiosa, es muy interesante la obra de Scott Siraj al-Haqq Kugle: Homosexuality in Islam: Critical Reflection on Gay, Lesbian and Transgender Muslims (1ª ed.: Inglaterra, 2010), que defiende y explica el trabajo de relectura y reinterpretación de las escrituras que están llevando a cabo los individuos musulmanes LGTB. Desde un punto de vista más sociológico (y periodístico, para qué nos vamos a engañar) está la obra de Brian Whitaker: Amor sin nombre: La vida de los gays y las lesbianas en el islam (1ª ed.: Londres, 2006).

Calem es la confederación de asociaciones lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, queer e intergénero musulmanas, con sede en Europa, que celebró sus I Jornadas en París este mismo octubre, reuniendo a organizaciones francesas (HM2F, Trans Aide), belgas (Merhaba, Omnia), españolas (A. M. Ho.), holandesas (Transvisie), así como a otras externas al territorio europeo: The Inner Circle (Sudáfrica), Kif-Kif (Marruecos), Al-Khamsa (Norte de África) o Bedayya (Egipto y Sudán).

Cuando escribía sobre la teorización del sistema sexo/género, confieso que no estaba al tanto de la extensión del ideario queer entre las organizaciones árabes, a pesar de que, cuando quieren traducir el término, algunos utilizan la expresión ahrar al-yins (que significaría sexualmente libres, corregidme si me equivoco), perdiendo la connotación de reformulación del insulto que se hace con queer. La teoría queer es, precisamente, la mayor patada que se le puede dar a la concepción esencialista y binaria de los sexos. Las asociaciones libanesas Helem o Meem, así como la palestina Aswat, entre otras, incluyen la Q entre las iniciales que aglutinan. Con el mundo árabe pasa, tantas veces, como con las mujeres en todo el planeta. En su nombre discursivizan otros. A Jihad for Love no está producida por árabes, pero le da la voz a los (y las) protagonistas. Trangénero y mujeres también se hacen con la palabra. Revistas y manifiestos de asociaciones árabes se esfuerzan por alzar su voz sobre la heteronormatividad y el androcentrismo. ¿Lo consiguen?

Debemos escribir. Debemos escribir volúmenes para acabar con nuestra invisibilidad y con la historia que nos ha olvidado. Debemos escribir para los ojos que quieren leernos. Debemos escribir para nuestros pensamientos que necesitan ser expresados. Debemos darle nuevos significados a las cosas a través de palabras nuevas, frases nuevas, párrafos nuevos. Debemos escribir.

Y sí, deberíamos escribir más en árabe –estamos trabajando en ello.

Bekhsoos, publicación de Meem

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