americanah


Me consta que no soy la primera y estoy segura de no ser la última en obsesionarse con Chimamanda Ngozi Adichie después de leer Americanah. De hecho, en un principio iba a escribir una lista con los cinco libros que más me habían gustado en 2014, pero en realidad solo quería hablar de este.

La protagonista, Ifemelu, que lleva viviendo en Estados Unidos desde los diecinueve años, decide dejar a su pareja, su beca y su blog (observaciones sobre la raza y el racismo en Estados Unidos desde la perspectiva de una negra no estadounidense), para volver a su Nigeria natal, de niñez, adolecencia y primera juventud. Su historia se cruza con la de Obinze, el novio al que dejó allí tras emigrar.

La novela se intercala con fragmentos de ese blog que escribe Ifemelu:

Queridos negros no estadounidenses, cuando tomáis la decisión de venir a Estados Unidos, os convertís en negros. Basta ya de discusiones. Basta ya de decir soy jamaicano o soy ghanés. A Estados Unidos le es indiferente. ¿Qué más da si no erais "negros" en vuestro país? Ahora estáis en Estados Unidos. (...) Y he aquí lo que pasa cuando os volvéis negros: tenéis que mostraros ofendidos si alguien, en broma, utiliza palabras como "chocolate", aunque no sepáis de qué demonios está hablando, y como sois negros no estadounidenses, lo más probable es que no lo sepáis. (...) Debéis devolver el gesto de saludo cuando otra persona negra se cruza con vosotros en una zona muy poblada de blancos (...). Al describir a las mujeres negras que admiráis, siempre debéis usar la palabra FUERTE porque eso es lo que supuestamente son las mujeres negras en Estados Unidos. Si sois mujeres, por favor, no expreséis vuestra opinión como estáis acostumbradas a hacer en vuestro país. Porque en Estados Unidos las mujeres negras de opiniones muy firmes den MIEDO. Y si sois hombres, tenéis que mostraros hipersosegados, sin exaltaros nunca más de la cuenta, o alguien temerá que estéis a punto de sacar un arma (...). Cuando se denuncia un delito, rezad para que no lo haya cometido un negro (...). Si estudiáis en una universidad de élite y un joven republicano os dice que habéis accedido solo gracias a la discriminación positiva, no exhibáis vuestras excelentes calificaciones del instituto. En lugar de eso, señalad sutilmente que quienes más se benefician son las mujeres blancas. (...) Si contáis a una persona no negra algún suceso racista que os ha ocurrido, aseguraos de que no lo hacéis con resquemor. No os quejéis. Sed tolerantes. Si es posible, presentadlo con humor. Sobre todo, no os indignéis. En principio las personas negras no deben indignarse por el racismo. Esto solo es aplicable a los progresistas blancos. No os molestéis siquiera en contar a un conservador blanco un suceso racista que os haya ocurrido. Porque el conservador os dirá que sois VOSOTROS los verdaderos racistas y os quedaréis boquiabiertos. 

La novela es un reflejo estupendo de la intersección entre raza, género, clase, condición migrante... Es llamativo cómo ese cruce se materializa en algo que puede parecer tan banal como el pelo, pero es a una peluquería a donde vuelve la narración una y otra vez entre flashback y flashforward.

"No me toques el puto pelo"

En mi búsqueda obsesiva de información sobre Chimamanda Ngozi Adichie (me ha costado aprendérmelo, pero es importante; me acuerdo de la entrevista a Uzo Aduba, actriz de Suzanna "Crazy Eyes" en Orange is the New Black: "mi nombre completo es Uzoamaka; un día llegué a casa y le pedí a mi madre que me llamara Zoe; sin parpadear me dijo que si podían aprenderse Tchaikovsky, Dostoievsky o Michuelangelo, también podían aprenderse Uzoamaka"), he llegado a una charla Ted sobre "el peligro de la historia única". Tiene subtítulos en español y es fascinante. Encontré otra charla Ted de ella sobre feminismos, pero fue bastante decepcionante así que decido omitirlo...

Pero el mejor descubrimiento ha sido otro. En la novela, la protagonista empieza a escribir otro blog cuando vuelve a Nigeria: Las pequeñas redenciones de Lagos. Desafortunadamente, Observaciones sobre la raza no, pero este sí existe en la red: The Small Redemptions of Lagos, es oficial y la autora lo mantiene relativamente actualizado.

Ahora estoy a la búsqueda de otras novelas de Ngozi Adichie: Medio sol amarillo, La flor púrpura o el libro de relatos Algo alrededor de tu cuello.


2014


qué difícil es escapar de las navidades. puedes intentarlo muy fuerte muy fuerte, pero no puedes nunca escapar del todo.

hace doce meses escribía en mi escritorio de mi cuarto de adolescente una entrada llamada 2013. entonces la vida era muy diferente y le daba vueltas y vueltas a la politización del amor y el desamor, al aprendizaje de la soledad y a no castigarse por no ser valientes todo el rato. en realidad ahora le doy vueltas a las mismas cosas pero eso no significa que las cosas no hayan cambiado.

he recuperado estos días para dos amigas un fragmento de Marcela Lagarde sobre la soledad y la desolación (publicado originalmente en Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres, editado por el Instituto Andaluz de la Mujer en 2000).

Estar desoladas es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante.
Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las mujeres es la educación fantástica para la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación.

en cuanto a la soledad:

La soledad puede definirse como el tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas. (...) Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona. (...) Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas. La necesidad de contacto personal en estado de dependencia vital es una necesidad de apego. En el caso de las mujeres, para establecer una conexión de fusión con los otros, necesitamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo. (...) La autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales y para lograrlo se requiere desarrollar la disciplina de no levantar el teléfono cuando se tiene angustia, miedo o una gran alegría porque no se sabe qué hacer con esos sentimientos, porque nos han enseñado que vivir la alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe.

creo que esa autonomía de la que habla Lagarde no tiene que ver con el individualismo al que nos lleva el capitalismo, sino como me comentaban el otro día es más esa sensación de autonomía emocional que sentimos cuando niñas, antes de necesitar estar permanentemente acompañadas. eso no quita el sola no, con amigas sí. ¿o sí lo quita? a mí que no me toquen a mis amigxs. 

supongo que doce meses después sigue sin pasar nada por no ser valientes todo el rato. 

en 2015 voy a quererme tanto que no voy a romperme ningún hueso.


1 de diciembre

Silence=Death (Act Up, 1987)

Recupero la traducción que hice hace dos años del discurso que el activista de Act Up Vito Russo dio en sendas manifestaciones en Nueva York y en Washington en 1988, porque nunca deja de estremecerme. Aquí está la versión en inglés. Es largo pero merece la pena.

Unx amigx de Nueva York tiene un abono transporte que le permite montar en autobuses y metros por la mitad de precio. El otro día, cuando se lo mostró al revisor, éste le preguntó cuál era su discapacidad y él dijo “tengo SIDA”. Y el revisor le dijo “no, no tienes; si tuvieras SIDA, estarías muriéndote en casa”. Entonces, quería hablar aquí hoy como persona con SIDA que no está muriendo.

Sabes, durante los últimos tres años, desde que fui diagnosticado, mi familia piensa dos cosas sobre mi situación: uno, piensan que me voy a morir; y dos, piensan que mi gobierno está haciendo todo lo posible para evitarlo. Y se equivocan, en ambas cosas.

Así que, si estoy muriendo de algo, estoy muriendo de homofobia. Si estoy muriendo de algo, estoy muriendo de racismo. Si estoy muriendo de algo, es de indiferencia y trámites burocráticos, porque esas son las cosas que están impidiendo que acabe esta crisis. Estoy muriendo de Jesse Helms. Si estoy muriendo de algo, estoy muriendo del Presidente de los EEUU. Y, especialmente, si estoy muriendo de algo, estoy muriendo del sensacionalismo de los periódicos y las revistas y los programas de televisión, que se interesan por mí sólo en tanto en cuanto esté dispuesto a ser una víctima indefensa, pero no si estoy luchando por mi vida.

Si estoy muriendo de algo, estoy muriendo del hecho de que no haya suficientes hombres ricos, blancos y heterosexuales con sida como para que les importe una mierda. Ya sabéis, vivir con sida en este país es como vivir en una dimensión desconocida. Vivir con sida es como vivir en una guerra que sólo ocurre para aquéllos que resultan estar en las trincheras. Cada vez que explota una granada, miras alrededor y descubres que has perdido a más amigxs, pero nadie más se da cuenta. No les está pasando a ellxs. Ellxs caminan por las calles como si no estuvieran atravesando algún tipo de pesadilla. Y sólo tú puedes oír los alaridos de la gente y sus gritos pidiendo ayuda. Nadie más parece darse cuenta.

Y es peor que una guerra, porque durante una guerra la gente está unida en una experiencia compartida. Esta guerra no nos ha unido, sino que nos ha dividido. Ha separado a aquellxs de nosotrxs con SIDA y a aquellxs de nosotrxs que luchamos por las personas con SIDA del resto de la población.

Hace dos años y medio, cogí una revista Life y leí un editorial que decía: “es el momento de prestarle atención, porque esta enfermedad empieza a golpearnos al resto de nosotrxs”. Era como si yo no fuera el que sostenía la revista. Y desde entonces nada ha cambiado, nada ha alterado la percepción de que el SIDA no le está ocurriendo a las personas reales en este país.

No está pasándonos a nosotrxs en los Estados Unidos, les está pasando a ellxs –a la población desechable de maricones y yonquis que se merecen lo que tienen. Los medios de comunicación les dicen que no tienen que preocuparse, porque la gente que verdaderamente importa no está en peligro. Dos, tres, cuatro veces –el New York Times ha publicado editoriales diciendo que no entremos en pánico todavía respecto al SIDA–… todavía no ha penetrado entre la población normal y, hasta que eso ocurra, no tiene que importarnos una mierda.

Y los días, y los meses, y los años pasan, y ellxs no pasan esos días y noches y años intentando averiguar cómo hacerse con el último medicamento experimental, y qué dosis tomar, y cómo combinarlo con otros fármacos, y de dónde sacarlo. Y, ¿cómo vas a pagarlo? ¿Dónde vas a conseguirlo? Porque no le está pasando a ellxs, por lo que no les importa una mierda.

Y ellxs no se sientan en estudios de televisión, rodeados por técnicxs que llevan guantes de goma, que no te ponen el micrófono, porque no les está pasando a ellxs, por lo que no les importa una mierda. Y a ellxs no les quemaron la casa fanáticxs e imbéciles. Ellxs ven las noticias y cenan y van a la cama, porque no les está pasando a ellxs, y no les importa una mierda.

Y ellxs no pasan las horas yendo de habitación de hospital a habitación de hospital, y viendo a la gente a la que quieren morir despacio –de negligencia e intolerancia–, porque no les está pasando a ellxs y no les importa una mierda. Ellxs no han ido a dos funerales a la semana durante los últimos tres o cuatro o cinco años –así que no les importa una mierda, porque no les está pasando a ellxs.

Y leemos en la portada del New York Times el último sábado que Anthony Fauci dice ahora que existen todo tipo de medicamentos prometedores para el SIDA, pero que no han sido probados en los últimos dos años porque no puede permitirse contratar a las personas que los prueben. Nadie se pregunta por qué algún periodista no profundiza en esa historia y no la publica dieciocho meses antes, antes de que Fauci fuera arrastrado frente al Congreso.

¿Cuánta gente ha muerto en los dos últimos años, gente que podría estar viva hoy si esos medicamentos hubieran sido probados? Periodistas de todo el país están ocupados sacando notas de prensa del gobierno. No les importa una mierda, no les está pasando a ellxs –lo que quiere decir que no les está pasando a gente como ellxs–, a la gente real, al público general mundialmente famoso del que estamos oyendo hablar todo el día.

La legionelosis les estaba pasando a ellxs porque enfermó a personas que se les parecían, que hablaban como ellxs, que eran del mismo color que ellxs. Y esa jodida historia sobre dos docenas de personas afectadas llenó todas las portadas de todos los periódicos y de todas las revistas en este país, y se mantuvo ahí hasta que el misterio fue resuelto.

Todo lo que leo en los periódicos me dice que la población blanca heterosexual no está en riesgo de contraer esta enfermedad. Todos los periódicos que leo me dicen que lxs consumidorxs de drogas intravenosas y los homosexuales siguen representando la gran mayoría de los casos, así como la mayoría de la población en riesgo.

Y ¿puede acaso alguien decirme, por favor, por qué cada céntimo destinado a educación y prevención que se gasta en campañas de publicidad está dirigida de forma casi exclusiva a adolescentes blancxs y heterosexuales? –¡de lxs cuales nos siguen diciendo que no están en riesgo!

¿Puede alguien decirme por qué el único telefilme producido por una gran productora en este país sobre el impacto de esta enfermedad, no trata sobre el impacto en la persona con SIDA, sino sobre el impacto en la familia nuclear, blanca y heterosexual? ¿Por qué, durante ocho años, cada periódico y cada revista de este país ha cubierto historias del SIDA sólo cuando crecía la amenaza de transmisión heterosexual?

¿Por qué, durante ocho años, todas y cada una de las películas didácticas diseñadas para su difusión en institutos eliminaban todo contenido positivo sobre lxs gays antes de ser aprobadas por el claustro? ¿Por qué, durante ocho años, todos y cada uno de los panfletos y las cintas de información pública que se difundían desde el establishment ha ignorado el contenido específicamente homosexual?

¿Por qué ninguno de los carteles en el metro y en el autobús y ninguno de los anuncios que veo en este país están dirigidos específicamente a hombres homosexuales? No te creas la mentira de que la comunidad gay ha hecho su trabajo y ha educado a su gente. La comunidad gay y la comunidad de consumidores de drogas intravenosas no están constituidas por personas politizadas que viven en Nueva York y en San Francisco. Los miembros de las poblaciones minoritarias, incluyendo a los así llamados gays sofisticados, son abismalmente ignorantes sobre el SIDA.

Si es cierto que los gays y lxs consumidorxs de drogas intravenosas son las personas con más riesgo, entonces tienen el derecho a exigir que la educación y la prevención se dirijan de forma específica a este segmento de la población. Y eso no está pasando. Nos han permitido morir, mientras que la población de bajo riesgo está siendo aterrorizada –no educada, aterrorizada– para pensar que nos lo merecemos.

¿Por qué estamos aquí juntxs hoy? Estamos aquí porque nos está pasando a nosotrxs, y sí nos importa una mierda. Y si hubiera más como nosotrxs, el SIDA no sería lo que es en este momento de la historia. Es más que una enfermedad convertida en mera excusa para que los ignorantes ejerzan la intolerancia que siempre han sentido. Es más que una historia de terror explotada por los tabloides. El SIDA es en realidad una prueba que se nos presenta. Cuando las generaciones futuras pregunten qué hicimos durante esta crisis, vamos a tenerles que decir que estábamos aquí hoy. Y tenemos que dejarles un legado a esas generaciones que vienen tras nosotros.

Algún día, la crisis del SIDA habrá acabado. Recordadlo. Y cuando ese día llegue –cuando ese día llegue y pase, habrá gente viva sobre la tierra–, homo y heterosexuales, hombres y mujeres, negrxs y blancxs, que escuchen la historia de esa enfermedad terrible que se extendió un día en este país y en todo el mundo, sabrán que un grupo de valientes se levantaron y lucharon y, en algunos casos, dieron la vida para que otras personas pudieran vivir y ser libres.

Así que estoy orgulloso de estar con mis amigxs hoy y con la gente a la que quiero, porque creo que todxs vosotrxs sois mis héroes, y estoy orgulloso de formar parte de esta lucha. Pero tomo prestada una frase de una canción de Michael Callen: todo lo que tenemos ahora es amor, lo que no tenemos es tiempo.

En cierto modo, los actiVIHstas son como esxs médicxs –están tan ocupadxs apagando fuegos y devolviéndole la respiración a la gente que no tienen tiempo de cuidar a todxs los enfermxs. Estamos tan ocupadxs apagando incendios ahora mismo que no tenemos tiempo para hablar y plantear estrategias para la próxima ola, el próximo día, la próxima semana, el próximo mes y el próximo año.

Y vamos a encontrar el tiempo para hacer eso en apenas unos meses. Y tenemos que comprometernos a ello. Y entonces, después de mandar a la mierda esta enfermedad, vamos a estar todxs vivxs para mandar a la mierda a este sistema, de tal forma que esto no vuelva a ocurrir.


jornadas cripqueer en madrid


Escribí sobre teoría y activismos crip hace más de un año en esta entrada:

El movimiento o la teoría crip serían a la diversidad funcional y neurológica lo que queer a la diversidad sexo/género/deseo (siendo realmente simplones y monoaxiales, la verdad). Crip viene de cripple (su equivalente en español vendría a ser tullidx o lisiadx), y la teoría y el movimiento crip surge como crítica dentro de los estudios de la diversidad funcional [disability studies], con un marco mucho más interseccional.

En el estado español, los activismos de la diversidad funcional estaban y están muy vinculados con el movimiento de vida independiente. En una obra publicada por Traficantes (aquí se puede leer en PDF), coordinada tanto por el Foro de Vida Independiente como por la Agencia Precaria, se lanzan preguntas muy interesantes sobre las alianzas posibles: Cojos, precarias... haciendo vidas que importan.

Los últimos años se ha trabajado desde los activismos y desde las teorías sobre la intersección entre sexualidades y diversidad funcional: desde la película Yes We Fuck, de Antonio Centeno y Raúl de la Morena; el capítulo "Passing, enmascaramiento y estrategias identitarias: diversidades funciones y sexualidades no normativas", de Lucas Platero y Paco Guzmán en Intersecciones; el apartado "Suenan los cuerpos", en Transfeminismos; el trabajo de Soledad Arnau...

En este marco de alianzas crip-queer, Somateca, laboratorio de investigación y activismos vinculado (en cierta forma) al Reina Sofía, ha trabajado mucho (mucho) para organizar las jornadas Cuerpos abyectos entrelazando vidas, que tendrán lugar desde este jueves 27 hasta el sábado 29 de noviembre en Madrid.

El jueves hay un encuentro abierto para reflexionar precisamente sobre este cruce, en la Fundación 26 de diciembre, fuera del espacio institucional del museo. El viernes tiene lugar Diversexx[y]s: Conversaciones en torno a diversidades y sexualidades, una mesa redonda y debate en la que participan Soledad Arnau, Rafa Reoyo (coordinador en el estado español de Sex Assistant, red mundial sobre sexualidad y diversidad), Montserrat Neira (politóloga, investigadora social, trabajadora sexual y activista), Antonio Centeno, Montserrat A. Izquierdo (investigadora y activista) y Germán Tomás (miembro del grupo de apoyo mutuo de Barcelona para personas psiquiatrizadas), donde se "cuestionarán las nociones de normalidad en relación al placer, el deseo y el cuerpo".

El sábado hay dos talleres, un laboratorio de cuerpos de experimentación colectiva y un taller sobre autobiografías que trabaja con metodología feminista para colectivizar nuestras vulnerabilidades y convertirlas en prácticas de resistencia. Las jornadas terminan con una antipasarela cripqueer al ritmo de la música de Viruta. Para las actividades del sábado hay que inscribirse a través de este correo.

Me consta que los tres días van a ser tremendamente interesantes y que es pecado mortal (pero pecado de los malos de verdad) estar en Madrid y no pasarse. Todos los espacios son accesibles para personas con movilidad reducida y habrá intérpretes de lengua de signos en todas las actividades (aquí está el programa en LSE). También se les puede seguir en redes sociales, en Facebook y en Twitter.


no todos los hombres



En la comunidad anglófona se popularizó el meme #notallmen (no todos los hombres), en relación a una respuesta muy habitual ante cualquier constatación de machismo o de comentario sobre la cultura de la violación: "¡pero oye! que no todos los hombres..". Muchas mujeres respondían a ese "no todos los hombres... [son acosadorxs, son machistas..., por ejemplo]" con "pero sí a todas las mujeres [nos han acosado, hemos sufrido el machismo...]". Me gustó particularmente la respuesta que planteaba este artículo, en relación directa al "pero no todos los hombres" cuando se habla del miedo que hemos aprendido a sentir cuando vamos solas por la calle; así que lo he traducido y aquí que lo traslado.

Es lunes. Voy de vuelta a casa y en la parada de autobuses solo hay un hombre de mediana edad y un adolescente. Considero el hecho de que, como el conductor también es un hombre, soy la única persona en el autobús con tetas. Me asusto automáticamente, asustada por mi propia anatomía. Me pregunto a qué edad me di cuenta de que mi propio cuerpo iba a ser la causa de miedo y ansiedad constantes en situaciones como esta. Me bajo en la última parada y el hombre más mayor me sonríe mientras me sigue calle arriba. Su sonrisa gotea, gotea, gotea y mi corazón late fuerte, fuerte, fuerte. Se desvía del camino en una calle, pero yo corro a casa.

No todos los hombres.

Estoy en casa el martes, comienzo a planear los viajes que quiero hacer el próximo año. Sueño con deambular por las calles y hablar con desconocidxs. No puedo esperar a escapar de la ciudad en la que he vivido estos diecisiete largos años. Pero... mi madre duda. Siempre le preocupa el peligro de que una chica joven viaje sola. Estaré sola y ella asustada. Pero soy invencible. Me siento invencible. Pero ya sé, sé que el peligro es real y no puedo evitar pensar que si me siento insegura en mi propia ciudad, ¿cómo voy a sentirme en un lugar extraño con hombres extraños que ni siquiera hablan mi idioma? Si mi hermano estuviera planeando esto, probablemente sólo estaría preguntándose si las europeas están buenas.

No todos los hombres.

El miércoles es un bonito día de sol, pero siempre me han dicho que mi cuerpo no es "lo suficientemente bonito" como para llevar un bikini a la playa. Desde que tengo seis años he sabido que tener barriga es feo. Que esa piel que no tiene un brillo perfectamente dorado es indeseable. Paseo sin prisa hasta una zona vacía con mi bañador de una pieza y puedo sentir todas esas miradas sobre mí. Un montón de hombres, ellos sí, con sus pelos al aire y con minibañadores me comen con los ojos. Soy un trozo de carne. ¿Soy un trozo de carne? Estoy aquí para su diversión. Por favor, no dejéis que me coman viva.

No todos los hombres.

La noche del jueves camino con dos amigas hacia el maldito baile del instituto cuando escuchamos "Jesús, miraos, ¿qué, putas, vais a hacer un streaptease esta noche?" Estas palabras salen como rugidos de la boca de un hombre respetablemente vestido y paramos horrorizadas. Siento escalofríos de miedo en la espalda. Está oscuro. Estsmos solas. ¿¿¿Qué hacemos??? Una de nosotras le hace un corte de mangas. Nunca se puede estar segura de lo rápido que un hombre machista puede enfadarse, así que echamos a andar rápidamente. Estamos enfadadas, tan tan enfadadas. Pero también tan... desmoralizadas. Me pregunto si merecemos esta vergüenza.

No todos los hombres.

Sentada en Internet. Viernes por la noche y leo el muro de mi Facebook.
"Jajaja, buen trabajo en el partido hoy, tío. ¡Les VIOLASTE!" [expresión intraducible: to rape someone / sth = acabar con un contrincante, hacer algo muy bien...]
"Joder con esas tetas, te lo estás buscando :P"
Otro comentario sexista...
Otro comentario sexista...
Otro comentario sexista...
Me encojo y encojo y encojo y quiero LLORAR porque estos chicos no se dan cuenta de lo pequeña que me hacen sentir pulsando unas cuentas teclas. Veo a estos chicos en las calles. Hablo con ellos. Me río con ellos. Dios, Dios, espero que estos chicos no piensen en hacer y solo hablen.

No todos los hombres.

Hay tres normas que me han dejado claras desde que era pequeña y que recorren mi mente a la una y media de la mañana de este sába... domingo de madrugada:
-No hables nunca con un desconocido.
-No estés nunca sola de noche en un lugar desconocido.
-No te metas nunca en un coche con un desconocido.
Rompo las tres normas cuando abro la puerta de un taxi. Mantengo una conversación banal con el conductor, que no sabe que la mano sudorosa acaricia una pequeña navaja que tengo conmigo siempre. No se da cuenta siquiera del miedo que me da su mera presencia. No puede comprenderlo, nunca lo hará. ¿Cómo de fácil sería un trayecto de quince minutos si fuera un chico?

No todos los hombres.

Es domingo, otro domingo cansado y dormilón, cuando alguien tiene la OSADÍA de decirme que no todos los hombres son violadores. No digo nada.
Soy una chica de diecisiete años.
Cuando camino sola de noche, son todos los hombres.
Cuando estoy en un coche con un hombre que no conozco bien, son todos los hombres.
Cuando tipos borrachos me dicen cosas por la calle, son todos los hombres.
Cuando un chico no me deja en paz en una fiesta, son todos los hombres.
No todos los hombres son violadores. ¿Pero para una chica joven como yo? Todos y cada uno de ellos tiene el potencial de serlo.

No.
Todos.
Los.
Hombres.


lena dunham y (white) girls

Lena Dunham en Girls

Lena Dunham, conocida principalmente por la serie Girls (de 2012 hasta el día de hoy), vuelve a protagonizar polémica por dos fragmentos de su nuevo libro: No soy ese tipo de chica (Espasa, 2014). Los fragmentos son estos:

-¿Todas tenemos útero? -le pregunté a mi madre cuando tenía siete años.
-Sí -me dijo-. Hemos nacido con él y con todos nuestros óvulos, pero empiezan siendo muy pequeños. Y no están listos para hacer bebés hasta que somos más mayores.
Miré a mi hermana, una delgada y fuerte niña de un año, y a su barriguita. Imaginé los óvulos en su interior, como el saco de huevos de araña en La telaraña de Carlota, y su útero, del tamaño de un dedal.
-¿Su vagina es como la mía?
-Eso creo -me dijo mi madre-. Solo que más pequeña.
Un día, sentada en el camino de entrada a nuestra casa de Long Island mientras jugaba con cubos y bloques, mi curiosidad logró su objetivo. Grace estaba sentada, balbuceando y sonriendo, me incliné entre sus piernas y con cuidado abrí su vagina. No se resistió y cuando vi lo que había dentro grité.
Mi madre vino corriendo.
-¡Mamá, mamá! ¡Grace tiene algo ahí dentro!
Mi madre no se molestó en preguntarme por qué le había mirado la vagina a Grace. Eso entraba dentro del espectro de cosas que yo hacía. Se limitó a ponerse de rodillas para verlo por sí misma. Enseguida pareció evidente que Grace se había metido allí seis o siete piedras. Mi madre se las sacó con paciencia mientas Grace se reía, encantada de que su travesura hubiera tenido tanto éxito. (páginas 142-143). 

Y este otro:

Conforme iba creciendo, empecé a sobornarla a cambio de su tiempo y su afecto: un dólar en cuartos si me dejaba que la maquillara como una motera. Tres caramelos si permitía que la besara en los labios durante cinco segundos. Lo que quisiera ver en la televisión si se relajaba conmigo. Básicamente, intenté cualquier cosa que haría un depredador sexual para atraer a una chica de clase media (página 172). 

Un medio bastante conservador, Truth Revolt, publicó hace diez días un artículo titulado: "Lena Dunham describe cómo abusó sexualmente de su hermana" y, a partir de ahí, saltaron noticias en todos los medios (no solo conservadores, claro está, también desde muchos foros y medios feministas). Dunham se enfadó bastante, afirmó que todo lo publicado fue previo consentimiento de su hermana, que los abusos sexuales en la infancia destrozan muchas vidas, que distingue entre el abuso y la curiosidad infantil y que lamenta la falta de sensibilidad en el uso del término "depredador sexual", así como haber podido detonar traumas a algunxs lectorxs.

Personalmente, lo que diga ella al respecto me parece poco relevante, y más importante (o en realidad lo único importante) lo que pueda decir su hermana, que sostiene que no vivió ningún abuso y que cada persona tiene derecho a narrar su propia existencia y a determinar qué le ha dañado y qué no le ha dañado. Supongo que eso sí me molesta, que decidan ignorar abiertamente o restarle importancia a la versión de Grace Dunham (¿por qué hacer caso a una mujer que dice que ha sido violada? ¿por qué hacer caso a una mujer que dice que no lo ha sido?).

A Lena Dunham le tienen mucha manía desde sectores conservadores por mujer, por feminista, por gorda que no se avergüenza.

Pero más manía y esta sí justificada le tienen desde muchos feminismos, sobre todo por su falta de conciencia acerca de sus privilegios. A la serie Girls se le acusa casi desde que empezó de burbuja blanca, de racismo hipster, de racismo, al fin y al cabo. No le vino muy bien que Lesley Arfin, una de las guionistas, ante las críticas por falta de representación de personas no-blancas, escribiera irónicamente: "Lo que más me molestó de [la película] Precious es que no había representación de MÍ". [Sí, ya sabes, el racismo inverso tan apropiado, como el hembrismo]. Dunham, por su parte, siempre ha dicho que el hecho de que todas las personas que salen en la serie sean blancas es casualidad, mero accidente. Este artículo de The New Yorker explica todo bastante bien.

Sí, casualidad.

Probablemente los feminismos negros e interseccionales no estarían tan enfadados con Dunham si hubiera reconocido que se equivocó, que no fue consciente de sus privilegios, que su mundo es blanco y que así ha sido su serie pero que el hecho de que su mundo sea blanco no es mero accidente, o si hubiera decidido trabajar su privilegio y que se notara en su trabajo (ya que ella decide llamarlo feminista). Pero prefiere decir que es casualidad. Y que lo siga siendo.



cine palestino en Madrid

Villa Touma (Suha Arraf, 2014)

El 29 de noviembre se celebra el día internacional de solidaridad con el pueblo palestino, en el aniversario de la firma de la resolución 181, de 1947, cuando la ONU aprobó la partición de Palestina. En torno a esa fecha y desde hace unos años de celebra la Muestra de Cine Palestino de Madrid en Cine Doré (Filmoteca). La quinta edición empieza en un par de semanas.

Cuando digo que trabajo con cine palestino y que lo estudio desde una perspectiva queer, me suelen hacer dos preguntas, la primera es qué me ha llevado hasta allí o qué tengo que ver con ello y la segunda es qué relación puede haber entre el cine palestino y la disidencia de género o qué tipo de representación puede haber.

Para la primera pregunta todavía no tengo respuesta. No porque no sepa qué me llevó allí, que lo sé y que no es más que una cadena de pequeñas decisiones y de casualidades más o menos relevantes, sino porque me da vergüenza la ausencia de legitimidad para hablar sobre un contexto cultural que no es ni ha sido nunca el mío. Entonces solo tartamudeo y cambio de tema.

Respecto a la segunda pregunta, qué representación de la disidencia de género hay en el cine palestino...

[¡pausa! ¿qué entendemos por cine palestino? qué difíciles son siempre las preguntas sobre cines nacionales e identidades. ¿es cine palestino aquel producido en los territorios ocupados? ¿aquel dirigido por palestinxs? personalmente, dado que las fronteras de la identidad nacional palestina son tan amplias y difusas, así como las del propio concepto de cine, entiendo por cine palestino toda aquella creación audiovisual producida por personas autodesignadas palestinas, o aquel reapropiado desde una recepción (autodesignada como) palestina]

... suele formularse con otras palabras: ¿pueden representarse a personas LGTB? ¿acaso hay palestinxs abiertamente LGTB?

Las identidades LGTB son construcciones sociales, ficciones políticas que como tales surgen en un momento y lugar determinado. Cuando hablamos de disidencia de género o de sexualidades no normativas no estamos hablando solo de identidades LGTB, o desde luego no de identidades LGTB tal y como las entendemos en este aquí y este ahora.

Hace unos meses escribí un artículo sobre los conceptos de homonacionalismo y de pinkwashing. La retórica homonacionalista utiliza a la comunidad LGTB para fabricar enemigos transnacionales orientalizados; parafraseando a Gayatri Spivak, se podría hablar de "heteros blancos que quieren salvar a LGTB oscuros de los heteros oscuros"; además, la comunidad LGTB blanca, para verse reconocida por sus compañerxs heteros, tendrían que compartir este discurso imperialista e imponer las mismas agendas activistas occidentales en otros estados con fines civilizatorios (aquí escribo más específicamente sobre este concepto). Pinkwashing es el término que se utiliza específicamente para la instrumentalización que desde el sionismo se hace de las sexualidades no normativas para justificar su proyecto colonial y su discurso racista (aquí hablo más de esta idea a raíz de una entrevista que le hice a Rauda Morcos, fundadora del colectivo palestino queer Aswat).

Considerando todos estos discursos simultáneos, la pregunta sobre qué se puede trabajar sobre disidencia de género en el cine palestino cambia.

En realidad esta entrada iba de darle publicidad a la Muestra. La edición del año pasado se podía pensar de una forma más obvia con perspectiva de género, pues todas las películas estaban dirigidas por mujeres mientras que este año está más o menos igualado (qué binario me ha quedado esto). Hemos conseguido incluir El buzo, un cortometraje de Jumana Abboud que me encanta y que explora las fronteras identitarias. Hay otra pieza de Mona Hatoum, una de las videoartistas palestinas más importantes. Mais Darwazeh estrena My Love Awaits Me By The Sea y Suha Arraf Villa Touma, donde actúa otra directora palestina, Cherien Dabis, que se identifica abiertamente como lesbiana. También hemos localizado Chic Point, un cortometraje de Sharif Waked que llevaba persiguiendo desde que leí esta lectura queer de la obra. Éstas están entre mis favoritas, pero en general merece la pena.


locura en RNE


En temporadas en las que me cuesta dormir, escucho la radio toda la noche. Lo sé, no parece un buen remedio contra el insomnio, sobre todo cuando te enfadas con lxs locutorxs e invitadxs y acabas sacando una libreta o el mismo móvil para tomar notas. Y no, si escuchara podcast de estupendos programas feministas y autogestionados tampoco funcionaría, la idea es dormirse, no engancharse.

Anteayer, en Gente Despierta, un programa nocturno de RNE, presentado por Carles Mesa, invitaron a un médico psiquiatra especializado en medicina legal y forense: Leopoldo Ortega-Monasterio.

Durante treinta minutos de radiodifusión pública, una persona con toda la legitimidad que le da la autoridad médica, el espacio mediático, los títulos y doctorados y, por supuesto, el traje y la pajarita (no lo vemos pero nos lo cuentan), ayudado por un presentador terrible, construyen un espacio de la psicopatología y la enfermedad mental como Otro, espacio de la rareza y la anormalidad frente a nuestra realidad normal (implícitamente normativizada y normalizada).

Distinguen la especialidad psiquiátrica del resto de especialidades por una sintomatología sin referencia anatómica ni base orgánica cerebral (el cuerpo patologizado del loco es el más obvio cuerpo sin órganos). Así, el psiquiatra decide quién está enfermo y quién no lo está (esta frase, literal, puede parecer obvia, pero no sé si a todxs nos suena igual de terrible). El síntoma como significante sin referente, la más evidente de las construcciones disfrazada de ontología.

"Hoy, afortunadamente, hay pocos, muy pocos, retrasados mentales (...); pero, también un chico que tenga la desgracia de ser un retrasado mental, un síndrome de Down, por ejemplo (...), cuando cumpla la mayoría de edad habría que incapacitarlo"... Aquí es cuando tuve que levantarme para tomar notas. ¿"Retrasado mental"? ¿No se supone que una persona que trabaja estos temas tiene la sensibilidad de formarse, de comunicarse con las comunidades de personas psiquiatrizadas? ¿No se nota que "retrasado mental" no se ajusta a ninguna realidad? Aunque quien presupone que algunas personas deben ser incapacitadas de por sí, por divergencias cognitivas o de desarrollo normativo...

A continuación, tranquiliza a lxs espectadorxs: ya no hablamos tanto de locxs, enajenadxs, enfermxs mentales graves... sino de ansiosxs, depresivxs, fóbicxs. Psiquiatría pesada versus psiquiatría ligera. Neurosis versus psicosis. Locxs buenxs versus locxs malxs. Lxs que podríamos ser nosotrxs versus lxs que siempre serán otrxs. Lxs que, literalmente según el presentador, "no son unos locos", versus lxs que sí lo son.

También tratan el tema de los pabellones psiquiátricos de las cárceles (prisiones que definen como espacios de "control coactivo estatal", lo que encuentran positivo). Y aquí ya apago la radio por supervivencia emocional. Así no me voy a dormir nunca.


mareo

Llevo una semana escribiendo una entrada cada día y abandonándola en borradores. Hay días sin mayúsculas y días sin casi signos de puntuación y días que son una mezcla.

M. estaba en el hospital y bromeamos porque ahora es un cyborg (pero todxs somos cyborgs llenxs de prótesis y no me mareé al ver su cicatriz ni con la sangre de su compañera de habitación porque la miraba fijamente a los ojos).

Llevo veinticuatro horas pensando en ontologías prediscursivas y podría dejarlo ahí pero mi directora de tesis se enfada porque no explico los conceptos que nombro. Me quedo atrapada en la teoría del discurso y en la filosofía del lenguaje y en el textualismo más extremo. No hay nada más allá del lenguaje. Todo es discurso. La ontología estudia las entidades que existen. Lo prediscursivo es aquello que existe antes de existir en el lenguaje. O sea, nada.

O todo. Pero no es relevante. No es aprehensible para nosotrxs. Da igual la ontología prediscursiva. Da igual que exista o que no exista una realidad atómica. Dan igual el gran corazón-cyborg de M. o los tendones cortados o las pastillas en la cartera fuera de las formas de pensarlos, construidas en el lenguaje.

La teoría del discurso es optimista, porque puedes cambiar la realidad si cambias los lenguajes. La teoría del discurso es pesimista, porque no puedes concebir otros lenguajes más que a partir de los lenguajes que ya conoces.

A veces leo filosofía del lenguaje tan textualista que me mareo como con la sangre de la compañera de habitación de M. Me mareo de verdad. Entro y entro línea tras línea y me lo creo pero de repente dejo de saber dónde estoy. Y como hablaba hace unos días con otra M. necesitamos volver a la caña y no sabemos si eso es la realidad o la zona de confort.

Lo único importante es que los corazones mecánicos siguen latiendo. Y da igual que sea antes o después del lenguaje, dentro o fuera del discurso.

***

he tardado quince días en echar de menos escribir a mano (salvo por esa firma que parece una falsificación y por los libros que no subrayo pero cuyas páginas fotografío).

no pasa nada por hacerlo todo el doble de despacio.

muchos, muchos, pero muchísimos hombres desconocidos me hablan por la calle para que les explique qué me ha pasado. contesté al primero. a partir de entonces solo me llaman antipática.

***

de qué sirve leer a foucault a butler a spivak a spade si no respetas la negativa en una interacción sexual, si no te interesan los cuidados, si jerarquizas precisamente a quienes sí y a quienes no han leído u oído hablar de foucault de butler de spivak de spade. pero te llamas feminista.

o no te defines como feminista ni como transfeminista ni como womanista pero cuidas tus relaciones, entiendes perfectamente los conceptos de consentimiento y de interseccionalidad, tus prácticas son feministas.

¿esto es heterodesignar el feminismo? ¿llamar feminista a quien no se identifica como tal o negarle la etiqueta a quien sí la aprehende? ¿es trazar una línea excluyente de quiénes son feministas y quiénes no? ¿dónde queda la línea? no hay personas sino prácticas feministas. estrictamente, no somos feministas sino que intentamos que nuestras prácticas lo sean, con más o menos éxito.


cuatro pensamientos zurdos


Veo Boyhood (Richard Linklater, 2014) y me encanta. Es fácil que me enganche una película que combina a Britney Spears, a Blink182, a Yo La Tengo y a Pink Floyd en la banda sonora. Bildungsroman. Construcción de la masculinidad desde la niñez hasta los dieciocho años con todos los castigos que supone cualquier subversión.

Estoy haciendo un curso estupendo sobre poesía moderna y contemporánea estadounidense y me encuentro analizando la obra protomoderna de Emily Dickinson sin rozar la variable sexualidad. Algunxs compañerxs hablan de su relación con su cuñada Susan Gilbert, pero el debate siempre es interrumpido por el mismo "no se puede comprobar que su relación fuera física". Y se me olvida que para presumir heterosexualidad nadie requiere pruebas.

Pienso en concederse los deseos y pienso en (re)construir nuestros deseos. Pienso que llevamos siglos avergonzándonos de nuestro deseo y en que precisamente es esa vergüenza una herramienta de control sobre éste. Pienso en concederse un deseo violento, un deseo normativo. También pienso en modificar y reconstruir nuestro deseo. Pienso que el deseo es una ficción generada en un sistema que reproduce deseos racistas, gordófobos y capacitistas y que concedérselo sin tratar de superarlo es una victoria para el sistema. Pienso estas dos cosas a la vez y me explota la cabeza.

Leo este artículo terrible en Mirales: "tenemos ejemplos como el recibimiento de la Casa Real en julio, la aprobación del matrimonio o la presencia del embajador estadounidense a favor de la normalización". Me entero en él de que El Corte Inglés tiene una sección de su agencia de viajes destinada al público LGTB. Y se supone que eso es positivo. El Corte Inglés. Este Corte Inglés. Y éste. Ejemplo de falta de interseccionalidad (¿LGTB+? No, gays blancos con papeles de clase alta), como pinkwashing (instrumentalización del colectivo LGTB+ y de sus movimientos sociales para justificar prácticas neoliberales, colonialistas... prácticas por definición excluyentes), como homonormatividad (acceso de ciertas personas LGTB+ al privilegio heterosexual -mentira, nunca lo alcanzarán- acatando ciertas normas de la sociedad cisheteronormativa y reproduciendo sus exclusiones inherentes). Todo junto en el propio título del artículo: normalización gay.


temporalidades locas

Sustenido (Dalila Gonçalves, 2014)

En 2005, Judith Jack Halberstam publica In a Queer Time and Place: Transgender Bodies, Subcultural Lives. La obra proclama la existencia de un tiempo específicamente cuir, de un espacio específicamente cuir. En su introducción, habla de las queer temporalities. La temporalidad cuir emerge en los años ochenta junto con el sida, cuando la amenaza constante de la inexistencia de un futuro enfatiza el aquí y el ahora; así, se generan comunidades que giran en torno a las ideas de riesgo, infección, muerte, en lugar del convencional énfasis en la longevidad y en las proyecciones a futuro.

Las temporalidades cuir también se acercan a las posibilidades de una vida donde se improvisen los conceptos de familias, herencias, crianzas: "Las subculturas cuir producen temporalidades alternativas al permitir a sus integrantes creer en unos futuros que pueden ser imaginados de acuerdo a unas lógicas ajenas a los marcadores paradigmáticos de la experiencia vital: nacimiento, matrimonio, reproducción, muerte".

Halberstam se acerca al trabajo de David Harvey, La condición de la posmodernidad (1989), que trata el carácter construido del tiempo y a su relación con las exigencias productivistas del capitalismo, que no hace más que naturalizarlo. Sin embargo, critica cómo Harvey obvia cómo existe cierta normatividad en la construcción del tiempo y cómo se sexualiza y racializa.

Se ha seguido escribiendo sobre temporalidades cuir en el contexto académico estadounidense: Time Binds: Queer Temporalities, Queer Stories (Elizabeth Freeman, 2010) o el número especial Queer Temporalities de la revista GLQ: A Journal of Lesbian and Gay Studies. 

Hablaba con L. hace un par de semanas sobre las posibilidades de pensar, igual que hizo Halberstam con la variable cuir, unas temporalidades locas. Si el tiempo es un concepto construido, cuya comprensión varía según la cultura en la que hayamos crecido, que se desarrolla de acuerdo a cierta normatividad de la que surgen grietas en función de equis variables (raza, condición migrante, género, clase social...), también tiene sentido pensar en cómo varía la concepción del tiempo en los márgenes de la salud mental.

L. y yo habíamos hablado ya de la muerte, y de cómo esa negación de la mortalidad como negación de la vulnerabilidad propia de la sociedad occidental contemporánea, tal y como la definía Coll-Planas, no se ajustaba a la visión que teníamos desde los márgenes de la salud mental. Si no nos centráramos en la idea de finitud o de mortalidad, sino en una imagen más amplia de la idea de tiempo, también podríamos pensar un tiempo diferente (no necesariamente más bonito o subversivo, simplemente diferente al concepto hegemónico).

Podríamos pensar en la ansiedad, en cómo las personas acostumbradas a lidiar con ella, con los bucles obsesivos y con los ataques de pánico en su día a día tienen facilidad para manejar el concepto de insoportabilidad, la idea de sentir que te mueres al mismo tiempo que sabes que no te mueres, tener integrada la compatibilidad entre mortalidad inminente (finitud) y eternidad en la emoción (infinitud). Podríamos pensar en la depresión y en el tiempo circular, en el tiempo en blanco, en el tiempo vacío de tiempo. Podríamos pensar en el insomnio y en los ciclos diurnos-nocturnos. Podríamos pensar en la proyección a futuro cuando tienes integrada la posibilidad de una fractura mañana, en un mes, en un año. Podríamos pensar en la linealidad del ciclo vital cuando tienes diferentes fechas de cumpleaños. Temporalidades locas. Con sus grietas cuir, sus grietas racializadas, sus grietas sexualizadas, sus grietas de clase, sus grietas migrantes.


Más prevención de la violación

Julianne Ross publica en Identities un listado de recomendaciones para que los hombres también colaboren en la prevención de las violaciones, a imagen y semejanza de las que se les hacen a las mujeres (como las que siguen publicadas en la web del ministerio del interior). Traduzco:

1. No salgas a la calle cuando haya anochecido
Por la seguridad de las mujeres, los hombres adultos responsables deberían respetar un toque de queda razonable.

2. Si tienes que salir, tápate los ojos
Ya que las mujeres, desde Eva, están aquí para tentar a los hombres con sus minifaldas y sus tacones altos, es importante que no las mires nunca directamente. Si es inevitable ver a alguna mujer, oscurece tu visión con simples pero efectivos instrumentos como anteojeras para caballos o gafas mal graduadas.

3. Estate siempre atento a tu entorno
Si ves una mujer sola, huye.

4. Usa calzado práctico
Facilitará tu huida.

5. No bebas alcohol
En un estudio sobre violaciones y consumo de alcohol, la titular de psicología Antonia Abbey, de la Universidad de Wayne, señaló que el 62% de los violadores sentían que lo habían hecho movidos por el alcohol. Entonces, los hombres deberían mantenerse sobrios todo el tiempo. Por si acaso.

6. Considera la adquisición de un cinturón de castidad
¿Por qué las mujeres tienen que llevarse toda la diversión en cuanto a los productos anti-violación, siempre tan intrusivos e inoperativos? Ocultar tu miembro en calzoncillos metálicos antes de salir es un camino seguro para evitar que viole accidentalmente.

7. Lleva siempre gas lacrimógeno
Si te encuentras con la tentación de violar a alguien, rocíate la cara. El dolor intenso aliviará tu excitación y, además, la ceguera temporal te ayudará a huir antes de que la ropa de alguna mujer te vuelva a tentar.

8. Sé sincero con tu cita
¡Tener citas es muy duro! Sobre todo cuando las violaciones en las citas son casos tan comprensibles de señales confusas y malentendidos. Evita un momento incómodo siendo claro con tus intenciones.

¿Así ya suena más ridículo?




te lo mereces


The Central Florida Commission on Homelessness es responsable de una campaña viral llamada Rethink Homelessness (Repiensa la...)

(paréntesis léxico: ¿cómo traducir homelessness? ¿"situación de las personas sin hogar"? ¿hay sustantivo para eso? "indigencia" suena bastante horrible, ¿no?)

Uno de sus vídeos más populares tiene el objetivo de combatir los estereotipos asociados a las personas sin hogar. Se les entregó a algunas de Orlando un cartón y un rotulador para que escribieran un dato sobre ellas que imaginaban "inesperado". 

Hay muchos mensajes que están relacionados principalmente con temas de salud ("episodios epilépticos desde hace diez años", "me estoy recuperando de una operación a corazón abierto", "tengo la enfermedad de huntington", "tengo cáncer de pulmón en etapa 2"), algunos con los motivos por los que viven en la calle ("lo perdí todo", "escapando de la violencia doméstica"), y el resto son datos relacionados con el nivel de educación o vida laboral ("he construido robots", "soy un genio de los ordenadores", "tuve una beca para jugar al béisbol", "hablo cuatro idiomas", "fui a la escuela de modelos", "estudié biología en la universidad de west virginia", "era patinadora artística", "tengo trabajo", "era entrenadora personal"). 

Entiendo la buena intención de la campaña y el objetivo de desmontar estereotipos fijos, que, seguramente, funcione muy bien. Sin embargo, hay algo que me chirría siempre en este tipo de vídeos. 

Al fin y al cabo, lo que hacen estas campañas, además de simplemente "romper esterotipos", es intentar desdibujar la línea que separa a quien es consideradx humanx y a quien no lo es (en este caso, lxs humanxs son aquellxs que "tienen derecho" a un hogar, aquellxs que por ser humanxs "merecen" un hogar). 

El problema son los criterios que se utilizan para desdibujar esta línea, muchas veces relacionados con la excelencia

(volvemos al supercrip sobre el que escribí una vez, rompe tu estereotipo sobre la diversidad funcional, mira a éste, usa silla de ruedas pero ha subido el himalaya, ¿hola? ¿necesito subir al himalaya, personaquecontodosuderechonohasubidojamásunacolina, para merecer la condición de humanocomousted?)

. En este caso, los datos sobre el nivel de educación o vida laboral vienen a decir: "oye, que yo estudié, oye, que incluso estudié mucho más que tú, oye, que he trabajado, incluso trabajé mucho más que tú". Entonces TÚ, persona que has estudiado (másqueyopreferiblemente) y que has trabajado (másqueyopreferiblemente) pasas a formar parte de lo-humano. 

El problema de intentar entrar en lo-humano sin desmontar previamente qué es lo-humano (en este caso, condición de personas con hogar en un sistema capitalista), es que para entrar en una categoría hegemónica hay que mantener cierta exclusión, porque entonces mira-tú-qué-plan-ni-qué-hegemonía. ¿Qué hacemos con quien no tiene estudios ni vida laboral? Si me repites y me repites que no me merezco vivir en la calle PORQUE tengo estudios y además me lo he currado, entiendo que si no tengo estudios formales y ni siquiera me lo he currado mucho (según lo que entendemos por "currárselo" en en este sistema productivista), quizá es una consecuencia lógica que viva en la calle, incluso podríamos decir que me lo merezco, ¿no?

Algo parecido ocurre con esta otra campaña estadounidense de la que me he acordado, un cortometraje documental sobre adolescentes indocumentados: "Mira qué adolescentes más majxs, les han aceptado en Harvard, o estudian en la universidad, o han sacado diez en todo durante toda su vida, NO SE MERECEN ser expulsadxs de su país". Porque ese chaval que se ha pasado años haciendo pellas se lo merece un poco más, ¿verdad?

Rethink homelessness. Rethink homelessness. Politicize homelessness. Rethink capitalism. 


carne de cañón de carne

Valeria Andrade es una artista ecuatoriana que, en Prácticas suicidas (2006), graba nueve intervenciones urbanas y califica de "suicidio" la exposición del sujeto (principalmente mujeres) a diferentes situaciones de la vida (urbana) cotidiana: "Retomo hábitos corporales urbanos para asaltar el espacio público y penetrar sin aviso sus tramas en forma de metáfora, juego o queja; tomándome, como un suicida, todos los riesgos hasta sus últimas consecuencias" (Manifiesto Suicida).

Una de las nueve intervenciones es Cañón de carne, como denomina al acto de suicidio moral femenino:



Valeria Andrade pasea por Quito y muchos hombres la miran, la acosan. Mientras tanto, el audio es una llamada al Teléfono de la Esperanza: "Una no puede salir a la calle sin que le digan todo el día porquerías. ¿Sabe lo horrible que es eso? Te están viendo asquerosamente, morbosamente, creo que los hombres no se dan cuenta, nunca le creen a una, siempre creen que es una exageración". ¿La respuesta del voluntario del Teléfono de la Esperanza? Cultura de la violación en estado puro. Merece la pena ver el vídeo.


la perfección mata

Kara Passey

Publican en The Guardian un fragmento de la nueva obra de Laurie Penny, Unspeakable things, sobre trastornos de alimentación. Aquí lo traduzco. Algunas líneas no me convencen, pero en general me ha gustado.  

Con 17 años, cuando entro a un hospital para trastornos de la conducta alimentaria, soy algo rarita. Pelo casi rapado, ropa negra, calada de tinte de pelo y de rock riot grrrl, vestida como un chico, obviamente queer. No será hasta más tarde que aprenda que entre un cuarto y la mitad de lxs jóvenes hospitalizadxs por trastornos alimentarios son LGTBQ. Esa es una de las cosas que no te dicen sobre cómo y por qué las chicas jóvenes se hunden.

Las mujeres jóvenes que ya están ahí parecen rotas muñecas disfrazadas, todas extraídas del mismo molde raro y demacrado, apenas capaces de mantenernos rectas, con las mismas marcas de cortes grabadas como códigos de barras en lugares secretos de nuestra piel. Claramente, las otras chicas han estado matándose de hambre hasta el colapso porque, simplemente, quieren parecer más guapas; yo, por mi parte, tengo razones perfectamente racionales e intelectuales para hacer exactamente lo mismo. Nunca seremos amigas. No tenemos nada en común

Este punto de vista me dura 18 horas, hasta el primer momento de alimentación, fijado por la noche, cuando todas nos apiñamos juntas en los baratos sofás de hospital, intentando tragar dos diminutas galletas, sintiendo que nuestra piel hierve. Una mujer, diez años mayor que yo y que tiene su propia historia, se acerca y pone un brazo huesudo sobre mis hombros. "Todo está bien", me dice, "puedes hacerlo".

Me permito ser sostenida de esa forma. Cojo la galleta. Y algo cambia.

Durante las semanas y meses de confinamiento, estas chicas se convertirán en mis mejores amigas. Aprenderé con 17 años lo que a algunas personas le cuesta décadas aceptar: las chicas monas que le hacen el juego al patriarcado y las chicas feas a las que nunca sacan a bailar sufren exactamente lo mismo. Que a todas nos hacen la misma trampa. Que no hay forma de jugar a la-chica-perfecta y ganar.

(...)  Ser Esa Chica es más fácil si eres blanca y normativamente guapa. No hay trampa. Ni siquiera tienes que eliminar totalmente las partes de tu personalidad que no encajen, esas partes que son inteligentes y difíciles y fuertes y rabiosas y ambiciosas y masculinas y maduras. Tan solo les bajas el volumen hasta que se convierten en ruido de fondo; lo bajas, lo bajas, hasta que el oído masculino no pueda captar su frecuencia y muy pronto ni siquiera tú puedas escucharlas en tu propia cabeza. Baja el volumen y trágatelas como si fueran comida porque no vas a comer mucho más ya que Esa Chica debe mantenerse delgada y frágil si quiere ser guapa y querida. Y quieres ser guapa y querida.

Los trastornos de la conducta alimentaria son más fáciles de esconder que la mayor parte de las enferemedades mentales, especialmente con una cultura visual donde nos hemos acostumbrado a imágenes de jóvenes extremadamente desnutridas. Aquellos que no implican una gran pérdida de peso, como la bulimia nerviosa o el trastorno por atracón, son todavía más fáciles de mantener en secreto -durante un tiempo. Todos estos desórdenes se cobran un peaje aterrador en el cerebro y en el cuerpo, a corto y a largo plazo, dado que acaban por incurrir en todo tipo de grotescos y peligrosos métodos  para controlar su peso: sangrados, abuso de drogas, ejercicio extremo, vómitos hasta que las mejillas se hinchan y los dientes se pudren de tanto expulsar ácido estomacal.

Eso no suena bonito. Es el feo y pequeño secreto que hay detrás de gran parte de nuestra moderna cultura de la belleza, y el mayor secreto es que no es ningún secreto. Nada de esto lo es. Los diagnósticos de trastornos de alimentación, las automutilaciones y otros y más arcanos métodos de autolesión han crecido durante la última década, especialmente entre chicas jóvenes, LGTB+, cualquier persona que esté bajo una presión extra para encajar.

(...)

Las últimas teorías más políticamente correctas sobre trastornos de alimentación las califican como un método que las mujeres jóvenes utilizan para escapar del estrés de la feminidad moderna. La anorexia nerviosa, según sigue esta lógica, suspende el proceso traumático de convertirse en mujer, porque cuando dejas de comer, cuando bajas de 600 a 400 a 200 calorías por día, tu regla se interrumpe, tus tetas y tus caderas y tu carne más flácida desaparecen, y vuelves a un estado artificial y prepubescente, completado por cambios de humor, extrañas obsesiones musicales y el abrumador impulso de robar gomas de pelo del Woolworths. La razón por la que las chicas jóvenes y cada vez más chicos se comportan de esta forma, según esta lógica, es porque están asustadxs y enfadadxs con los roles de género que se les imponen. La noción de que puedan tener un montón de buenas razones para estar asustadxs y enfadadxs, sin embargo, no se le ha pasado por la cabeza a la psiquiatría todavía.

(...) Una cosa es cierta, sin embargo: en Europa y en Estados Unidos, el miedo al cuerpo de las mujeres es el miedo al poder de las mujeres, y ese odio a esos cuerpos es profundamente político.

Esto no es nada, sin embargo, comparado con el completo horror que la sociedad reserva para las mujeres gordas que, además, son pobres. En los países occidentales, donde el acceso a la cantidad de comidad no es tan problemático como el acceso a la calidad, el sobrepreso se relaciona muchas veces con la pobreza y la malnutrición. Este hecho ha consolidado el asco apenas oculto que la sociedad siente por las mujeres de clase trabajadora que ocupan demasiado espacio.

Desde el salón de juntas hasta las calles, la ansiedad de las mujeres para mantener su masa corporal lo más baja posible está basada en un miedo perfectamente legítimo a que serán castigadas si intentan entrar en el espacio patriarcal. No hace falta preguntarse por qué muchas de nosotras estamos matándonos de hambre.

(...)

Las chicas perfectas saben que tienen que mejorar constantemente. Claro, nadie puede ser una chica perfecta.

Alcanzas un punto en que tienes que decidir qué sacrificarás para sobrevivir. Fue ahora hace años, y he vivido lo suficiente como para olvidar cuándo decidí darle una oportunidad a la vida, tan solo como experimento, para ver si podría. Quizá fue cuando arrastraba los pies hasta la pequeña cocina para comer una tostada por primera vez, sin pelearme. Recuerdo el pan crujiente y con mantequilla, y el terror a que si me permitía liberar el hambre nunca dejaría de comer. Comería y comería hasta que tuviera el tamaño de un monstruo y seguiría comiendo hasta que me comiera el mundo entero. El hambre de una chica joven da miedo.

O quizá fue meses después, cuando dejé el hospital por primera vez con un vestido nuevo y maquillaje, para convencer a la enfermera del centro de que estaba finalmente sana, preparada para vivir una vida saludable, pintándome esa expresión que las mujeres aprendemos a poner para convencer al mundo de que somos felices, diciéndole adiós a lxs amigxs que había hecho, desde la ventana de un taxi que me llevaba a quién sabe dónde, tan solo sabía que nunca sería a casa.

Ser una buena chica, una chica perfecta, puede matarte rápido o puede matarte despacio, allanando todo aquello precioso que hay dentro de ti, convirtiendo los mejores sueños de nuestra vida en homogeneidad apagada. Con 17 años decidí agarrarme a otra vida, y daba miedo, y todavía da mucho, mucho miedo, pero también da miedo quedarse en casa con una sonrisa impostada. Veo a mujeres que toman esa decisión cada día, en la adolescencia, a los veinte, a los sesenta, a los setenta, y y en este nuevo y valiente mundo donde el empoderamiento significa zapatos caros y la opción de inclinarse ante un jefe, es la única decisión que realmente importa.

Aquellas que la toman son llamadas zorras, egoístas, frikis, putas, y a veces rebeldes y degeneradas y problemáticas, y a veces nos conoce hasta la policía. Y, a veces, nosotras preferimos llamamos feministas. 


heteronormatividad (III)

(Del gr. ἕτερος y del lat. norma)

1. f.

2. f.

3. f.

Estoy en un centro de salud de la Comunidad de Madrid y una chica entrega una encuesta a todxs lxs presentes para una investigación de carácter interno que trata la concienciación sobre el VIH. Todas las prácticas de riesgo están medidas por "¿usaste condón...?". Pregunto a la responsable sobre la población objeto de la encuesta. Le planteo mis dudas sobre el preservativo como única medida de protección imaginable y sobre mi desconcierto a la hora de responder a esa pregunta. La chica me mira con cara de no entender nada de lo que le digo. Creo que las preguntas están enfocadas a relaciones hetero o relaciones entre hombres. Hablo muy bajito pero gran parte de la sala de espera ya me está mirando. "Ahhh...", a la chica se le ilumina la cara porque por fin lo ha entendido, "entonces te cambio esto y esto en las respuestas, así, ¿ves? claro, si han sido entre mujeres no cuentan como relaciones sexuales, no hay riesgo". La miro incrédula. El resto de la sala de espera me mira, ahora, a mí. Le entrego la encuesta, el bolígrafo y me vuelvo a sentar en mi asiento mientras pido disculpas a la diosa queer por no tener fuerzas hoy para decir nada más.  


de belleza, de cuerpo, de dolor

ADVERTENCIA: Los reflejos en este espejo pueden estar distorsionados por las ideas de 'belleza' socialmente construidas

cómo reencontrarnos con nuestros propios cuerpos.

cuerpos y dolores. 

cómo pedirle al feminismo que termine de salvarnos. cómo saberse todas las teorías y seguir, al mismo tiempo, sin poder mirarse en un espejo.

cómo comparamos los dolores. cómo distinguimos los dolores. cómo compartimos los dolores.

Leo este genial artículo "Why I No Longer Apologize For My Crutches" (Por qué ya no me disculpo por mis muletas) de Natalie E. Illum, y descubro bastantes proyectos interesantes.

The Body Is Not An Apology (El cuerpo no es una disculpa) fue un poema redactado por Sonya Renee Taylor y dedicado a la propia Natalie, después de que en la habitación de un hotel ésta se cayera y, mientras esperaba su ayuda al no poder levantarse, no hizo más que repetir "perdón", "perdón", "perdón". De hecho, inició un movimiento online ("de auto amor radical") para presentar nuestros cuerpos diversos sin pedir disculpas.

todas mis terapias han sido cognitivas, quizá a veces algo conductistas. pensamiento - emoción - acción. dónde queda el cuerpo. la barra separadora de cuerpo/emociones como fisura en nuestra carne y en nuestros huesos. vomitar de desamor. sangrar de ansiedad. lo bueno de la ansiedad es que te ayuda a lidiar con el concepto de insoportabilidad. cómo conciliar la ansiedad como absoluta conciencia de muerte y la idea aprendida y repetida como mantra de que no puedes morir de ansiedad. arrancarse la piel a tiras. literal y figuradamente.

BeBeautiful es un proyecto de Denise Jolly, otra activista y poeta (¿cómo se dice eso de spoken word en español?). Durante treinta días, se toma fotos semidesnuda con la palabra "beautiful" escrita sobre su piel y las sube a una página de Facebook. En principio, había pensado en escribir "be vulnerable", pero lo cambió dado que era esa palabra, "beautiful", su mayor vulnerabilidad.

Son proyectos bonitos. Me zambullo en mil páginas sobre aceptación, autoestima, positividad corporal ('body positivity'). Siempre se mezclan los activismos gordos, o el empoderamiento a través del autocuidado, con la palabra guapa, bonita, bebeautiful, bebeautiful.

qué porcentaje de las personas que sufren trastornos de conducta alimentaria son mujeres, mujeres, mujeres, sí, mujer como posición política, pero digo mujeres. cuáles son las diferencias de género en las autolesiones. desde cuándo y hasta qué punto aprendemos a odiarnos con tanta fiereza. cómo responder sin llorar al Cree en ti, Ama tu cuerpo, con el que te escupen los libros de psicología positiva.

Son proyectos bonitos. Y no deja de ser importante. Y en algunos momentos pueden salvarnos la vida. Y no vamos a ponerle pegas a nada que nos salve la vida. Pero siempre me quedo pensando en cómo escapar de esas oposiciones dicotómicas. Si todxs somos bellxs, ¿qué es ser bellx? ¿La belleza como concepto tiene sentido si no excluye a nada y a nadie? Es válido para todo, para la productividad de la que escribía un día, por ejemplo. O para la normalidad, claro. ¿Es posible incluirse en la normalidad sin condiciones? ¿Es posible incluirse en la normalidad sin excluir a nadie? ¿No significa únicamente ampliar las fronteras? ¿Queremos ser bellxs? ¿O queremos cargarnos la belleza?

Al mismo tiempo, me pregunto si no será llamarnos bellxs, desde fuera de la norma, una manera de hacer tambalearse el propio concepto.

[Con la normalidad o con la diversidad afectivo-sexual no dudaría, no se me ocurriría pensar que enunciarme "soy lesbiana y soy tan normal como tú" fuera empoderador o dinamitara nada, sino que me sentiría intentando sentarme en una mesa para la que me exigen unas condiciones excluyentes que no quiero cumplir. Pero claro, ¿podría desear dinamitar este concepto de hetero-normalidad si tuviera dilemas de lesbofobia interiorizada? ¿Se le puede entonces pedir a alguien que dinamite la belleza si tiene problemas de autoestima o inseguridad, que no haya pasado por el sentirse bellx?].

No lo sé. No tengo ni idea. Pienso en alto.


del prozac y otros demonios



Esto no quiere decir que [...] sea irreal. Por el contrario, las construcciones son muy reales. Las personas viven por ellas, después de todo, y hoy en día, cada vez más, mueren por ellas. No se puede pedir nada más real que eso.
Halperin en San Foucault

Antidepresivos como pastilla de la felicidad.

Anafranil, Cipralex, Sertralina, Fluoxetina. Pastilla. Pastilla y media. Tres cuartos de pastilla. Un cuarto de pastilla. Media pastilla.

De la felicidad. Y del mono. Y de los mareos. Y de las naúseas. Y de los bostezos incontrolados. Y de la anorgasmia. Y de las migrañas. Y de las hemorragias.

Contarlo con diecisiete años. Contarlo con veinte años. Contarlo con veinticinco.
por qué no pruebas con porros 
ylaindustriafarmacéutica 
deja las pastillas y te traigo setas 
eresdébil 
los porros lo solucionarán 
ylaindustriafarmacéutica 
pero si no tienes ningún problema 
ylaindustriafarmacéutica
más platón y menos prozac
por qué no pruebas a ver el lado bueno de las cosas
eso es que eres una presa de la sociedad libérate
ylaindustriafarmacéutica
tu diagnóstico es un invento del mercado

Si mi dolor es (o era) solo un invento del mercado, no es (o era) real, no es (o era) legítimo. ¿Qué es entonces? Tráete tus porros y tus setas y tu psicología positiva y tu discurso sobre laindustriafarmacéutica y explícame qué hago con ese maldito dolor. 

Recuerdo el boyante entusiasmo con el que las académicas feministas solían celebrar el descubirmiento de que una u otra brutal forma de opresión no era biológica sino ¡sólo cultural! A menudo me he preguntado cuáles son las bases para nuestro optimismo sobre la maleabilidad de la cultura por cualquier grupo o programa.
Sedwick en Epistemología del armario

Una anticapitalista antisistema transfeminista no toma antidepresivos. Explícaselo a esa cría de dieciséis años que se corta en la ducha y que ha escrito ya tantas cartas de despedida. Explícaselo a esa otra de dieciocho que intenta vomitar aunque no sabe muy bien cómo se hace. O a esa otra de veinte jugando a sudokus compulsivamente en un hospital psiquiátrico porque no se atreve a abrir el único libro que se ha traído. Háblale de porros y de setas y de laindustriafarmacéutica. Ya verás cómo se ríe en tu cara si no se ha suicidado antes.

En qué momento el diagnóstico fabricado en el capitalismo duele menos por ser fabricado en el capitalismo. En qué momento las ficciones de la era farmacopornográfica dejan de clavarse en tu piel solo por ser ficciones. En qué momento la somatización de una pena significa que el dolor es menos real. En qué momento las ficciones políticas no son ficciones dolorosamente vivas.

Los antidepresivos como pastilla de la felicidad y su mono y sus mareos y sus migrañas y sus náuseas y la industria farmacéutica. La depresión. El trastorno de ansiedad generalizada. La fobia social. El trastorno adaptativo. Diagnósticos de la modernidad obsesionada con el crecimiento y con la productividad. A algunxs les funcionan los porros y a algunxs nos funcionaron las pastillas.

Paso muchas horas hablando críticamente de la institucionalización de la salud mental. Con las pastillas en el bolsillo, por si acaso. Cómo lo combinas sin perder la coherencia interna en el intento. Aprender a vivir con el cuerpo atravesado por la contradicción. El feminismo me salvó la vida de muchas maneras. Pero el psiquiatra fue mucho más rápido.


diario de autocuidado

-Estas malas notas me están bajando la autoestima
-Pues trabaja más y así no tendrás malas notas

20 de abril. Sé que no voy a publicar esta entrada hoy.

29 de abril. La autoestima también es política. No hay nada más radical que quererse y cuidarse a unx mismx. Leo tantos artículos donde solo indican que compres ropa nueva y te maquilles para sentirte bien. Se pueden ir todxs a la mierda.

1 de mayo. Nos sabemos de memoria el mensaje judeocristiana: "no hagas a lxs demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti mismx". Se nos olvidó aprender, se les olvidó enseñarnos, que no nos hagamos a nosotrxs mismxs lo que jamás haríamos a lxs demás. Se les olvidó enseñárselo a quienes se cortan, a quienes vomitan, a quienes se insultan, a quienes se quieren matar. Están demasiado ocupadxs enseñándonos a cuidar de lxs demás.

6 de mayo. Me acuerdo de una cita estupenda de Layli Phillips:
Como resultado de las experiencias históricas que les han sacudido hasta el borde de la aniquilación psicológica, las mujeres negras y otras mujeres de color han reconocido que el autocuidado es tan importante como el cuidado de lxs otrxs. Exigir de una misma y de lxs demás que sean perfectamente consecuentes con sus políticas todo el tiempo y bajo toda circunstancia es una carga innecesaria que puede ser contraproducente. Tal extremismo solo lleva a quemarse y alienarse, y desafía la realidad de que todo cambio es un proceso. 
11 de mayo. Nos enseñasteis que, si lo intentamos lo suficiente, podemos conseguir el empleo que queremos, la vida que deseamos [si no lo conseguimos, es que no nos hemos esforzado lo suficiente, o que no valemos lo suficiente]. Nos enseñasteis que hay un cuerpo bello y deseable que podemos alcanzar si nos alimentamos de determinada forma, si nos ejercitamos de determinada forma, si lo vestimos de determinada forma, si lo movemos de determinada forma [si no lo hacemos, nuestros cuerpos no son bellos ni deseables]. Nos enseñasteis que nuestro valor lo ponen otras personas [y si no nos comportamos según lo esperado por ellas, dejamos de valer]. Nos enseñasteis que el trabajo productivo es el único trabajo valioso [y si no podemos ser productivxs, tenemos que serlo aunque nos cueste (más) salud mental, o nuestra vida no vale nada]. Nos enseñasteis a confiar en el amor romántico como si fuera la única salida, como si fuera suficiente, nos enseñasteis a aguantar y a cuidar por encima de todo [y si no funciona y sales corriendo, es un fracaso; y si no funciona y no sales corriendo, eres débil]. Nos enseñasteis la culpa. Y la culpa otra vez. Y más culpa. Y, luego, cuando no conseguimos ese empleo o esa vida y sentimos que no nos hemos esforzado lo suficiente, que no valemos lo suficiente; cuando sentimos que nuestros cuerpos no son bellos ni deseables; cuando no podemos ser productivxs y aun así lo seguimos siendo, volviéndonos más y más locxs; cuando sentimos que nuestra vida emocional es un fracaso o que hemos sido débiles; en ese momento, nos decís que nos queramos, que nos aceptemos, que olvidemos todo lo aprendido de la noche a la mañana. El mensaje que nos hunde está politizado, es transversal, viene de múltiples focos, es colectivo. El mensaje que nos dirigen cuando ya nos han hundido está despolitizado, es unifocal, individual.

Vuelvo al fantástico "Cuerpos sin patrones" de Laura Contrera:
Pienso que el “acéptate” o “quiérete” que nos espetan en la cara son imperativos insuficientes. Condena a la esfera individual algo que tiene que ser un problema político para un nosotrxs que se pretende amplio y diverso.

Nos quieren hundidxs. Pero habrá que dar respuestas políticas a problemas políticos. Y autocuidarse. Menos mal que tenemos el feminismo.