La
visibilidad ha sido siempre el eje central de mi activismo y de mi concepción de la lucha LGTB+. Visibilidad de los cuerpos, visibilidad de la sexualidad, visibilidad de las identidades...:
visibilidad necesaria para la inteligibilidad de las personas dentro del cuerpo social.
Desde hace un año, ya fuera para la tesis de fin de máster, para el doctorado actualmente o para diferentes comunicaciones, estudio la
diversidad afectivo-sexual en diferentes contextos socioculturales, eminentemente musulmanes. Como ya dije
en otra entrada, me encontré desbordada por teóricxs, activistas y narrativas personales que no concebían la visibilidad como parte central, ni tan siquiera importante o necesaria, de su lucha y/o vida.
Le he dado vueltas y vueltas a
las palabras de
Haneen Maikey, una de las activistas palestinas más importantes: "Las estrategias occidentales que hablan de ‘visibilizar’ y ‘salir del clóset’ nos son irrelevantes. El movimiento de liberación gay en Occidente puede alimentar nuestra motivación, mas no vamos a copiarlo. Una marcha del orgullo gay en Ramallah no serviría para nada, entre otras cosas porque muchos de nuestros miembros no han ‘salido del clóset’ en el sentido occidental de esta metáfora. No pertenecemos a una cultura cristiana,
no tenemos la tradición de la confesión". Me he esforzado por encontrar traducciones culturales; el problema es que si me quitaban la visibilidad, no concebía, no entendía ninguna alternativa.
Así, ha llegado a mis manos (ojos) un
artículo de
Jason Ritchie: "How Do You Say 'Come Out of the Closet' in Arabic: Queer Activism and the Politics of Visibility in Israel/Palestine". En él, establece la alternativa a la estrategia de la visibilidad y a la metáfora del armario.
Al llamar la atención, en lugar de esquivando, las prácticas excluyentes del Estado y los discursos racistas de la nación, descubrimos que la metáfora del puesto de control [checkpoint] es más eficaz a la hora de recoger las experiencias de lxs palestinxs queer que la familiar metáfora del armario.
Además, precisamente porque inscribe la violencia estatal tan crudamente sobre los cuerpos de sus otrxs raciales y nacionales, cualquier crítica del punto de control implica, necesariamente, una crítica del Estado y de su violencia.
El armario, por el contrario, es una sutil y "característicamente 'posmoderna' [técnica] de poder", y la lucha contra él, así como por el derecho a "salir de él" como respetables ciudadanxs queer, protege al Estado de la crítica mediante su representación como lugar "neutral [árbitro] en los daños causados" al que clamar compensación y protección, en lugar de una estructura investida del mismo poder de dañar.
En otro apartado, habla de estrategias activistas alternativas que funcionan en otros contextos socioculturales:
Que finalmente el activismo palestino queer triunfe no es el tema de mi artículo. A donde quiero llegar es, más bien, a explicar cómo lxs activistas queer palestinxs se han negado a emular a lxs activistas israelíes y occidentales pro-visibilidad, cuyo discurso parte del lexicón neoliberal y que articula sus demandas al mismo tiempo que justifica la violencia estatal contra lxs otrxs raciales a cambio de un reconocimiento en cierto modo victimizado como queer domesticadx.
En este rechazo de lxs palestinxs queer se puede intuir un tipo de activismo que no esquiva las políticas a favor de la normalización, pero que articula la visión de una sociedad transformada por una reestructuración fundamental del poder. En lugar de organizarse en torno a la identificación común como "gays y lesbianas", su activismo tiene por objeto la creación de una comunidad basada en la "identificación común con una interpretación radical y democrática de los principios de libertad e igualdad". Esta comunidad no demandaría al Estado liberal el reconocimiento y la protección de lxs queer representados como víctimas, sino que exigiría que estuviera a la altura de sus ideales democráticos.
De esto que algo hace click en tu cabeza...