15-M,
ley de seguridad ciudadana,
loca,
locura,
mito del amor romántico,
pensamiento amoroso,
Personal,
salud mental
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Hace poco más de un mes, este artículo de Diagonal hablaba sobre el miedo en relación a la ley mordaza de seguridad ciudadana: "Que sí, que a veces tenemos miedo, pero cuando nos juntamos y gritamos se nos quita y cambia de bando". Claro que tenemos miedo. Claro que es mentira cada vez que gritamos lo contrario. Pero a base de repetirlo terminamos por creerlo.
Lo personal es político, me digo una y otra vez cada vez que escribo líneas como éstas. Tengo un cuaderno nuevo. Hace mucho que no escribía; de hecho, probablemente hará cuatro o cinco años que no escribía en un cuaderno, que no escribía algo que no fueran artículos académicos llenos de prefijos y guiones. Y mails, que cuando me da, me da. Desde hace dos meses tengo un cuaderno nuevo. Al principio era una lista de cosas que todavía me hacían ilusión en un mundo sin ella. Ahora son cartas. Cartas para mí. Cartas en las que hablo sobre el miedo.
Cuando escribía esta entrada sobre el 15M hace dos años y medio, hablaba de furia, de rabia, de estafa, de vergüenza. Pero en realidad era miedo lo que había por todas partes aunque ni siquiera me atreviera a nombrarlo. Miedo a ver y sentir lo que solo había entendido en el discurso. Miedo a la policía. Miedo a lo-que-hay-cuando-acabas-si-acabas-con-el-sistema. Miedo a la revolución y miedo a no hacer la revolución. (Miedo a irse de casa y miedo a quedarse). Miedo a hacer la revolución y que no sirviera de nada. (Miedo a irse de casa y, aún así, seguir sintiendo miedo). Más miedo a la policía. Piernas que tiemblan en cuanto lxs antidisturbios se ponen los cascos. Que acaba convirtiéndose en piernas que tiemblan con solo ver a lxs antidisturbios. Y vergüenza por ese miedo. Porque las buenas feminazis cuir antisistema no deberían sentir miedo, ¿no? Y, por supuesto, miedo al miedo.
Todas tenemos un leit motiv que nos acompaña durante tantos años que hasta olvidamos que no es parte de nosotras. Para unas es la culpa, para otras la soledad, para otras es el miedo. Pero yo ya no tengo miedo. Ya no tenemos miedo. Porque, aunque sigamos sintiéndolo, no dejaremos de gritar que no existe. Y gritando y gritando y gritando, y gritándoles y gritándoles y gritándoles, y abrazándonos y reconociéndonos y encontrándonos, serán ellxs y no nosotrxs lxs que tiemblen asustadxs por las noches. Nos tendrán miedo porque no tendremos miedo, ya sea en Sol, en Gamonal o en la Zona Franca de Barcelona. Me tendréis miedo porque ya no tengo miedo. Y ni siquiera puedo empezar a explicar lo increíble que es vivir así.
miedo
Hace poco más de un mes, este artículo de Diagonal hablaba sobre el miedo en relación a la ley mordaza de seguridad ciudadana: "Que sí, que a veces tenemos miedo, pero cuando nos juntamos y gritamos se nos quita y cambia de bando". Claro que tenemos miedo. Claro que es mentira cada vez que gritamos lo contrario. Pero a base de repetirlo terminamos por creerlo.
Lo personal es político, me digo una y otra vez cada vez que escribo líneas como éstas. Tengo un cuaderno nuevo. Hace mucho que no escribía; de hecho, probablemente hará cuatro o cinco años que no escribía en un cuaderno, que no escribía algo que no fueran artículos académicos llenos de prefijos y guiones. Y mails, que cuando me da, me da. Desde hace dos meses tengo un cuaderno nuevo. Al principio era una lista de cosas que todavía me hacían ilusión en un mundo sin ella. Ahora son cartas. Cartas para mí. Cartas en las que hablo sobre el miedo.
Cuando escribía esta entrada sobre el 15M hace dos años y medio, hablaba de furia, de rabia, de estafa, de vergüenza. Pero en realidad era miedo lo que había por todas partes aunque ni siquiera me atreviera a nombrarlo. Miedo a ver y sentir lo que solo había entendido en el discurso. Miedo a la policía. Miedo a lo-que-hay-cuando-acabas-si-acabas-con-el-sistema. Miedo a la revolución y miedo a no hacer la revolución. (Miedo a irse de casa y miedo a quedarse). Miedo a hacer la revolución y que no sirviera de nada. (Miedo a irse de casa y, aún así, seguir sintiendo miedo). Más miedo a la policía. Piernas que tiemblan en cuanto lxs antidisturbios se ponen los cascos. Que acaba convirtiéndose en piernas que tiemblan con solo ver a lxs antidisturbios. Y vergüenza por ese miedo. Porque las buenas feminazis cuir antisistema no deberían sentir miedo, ¿no? Y, por supuesto, miedo al miedo.
Todas tenemos un leit motiv que nos acompaña durante tantos años que hasta olvidamos que no es parte de nosotras. Para unas es la culpa, para otras la soledad, para otras es el miedo. Pero yo ya no tengo miedo. Ya no tenemos miedo. Porque, aunque sigamos sintiéndolo, no dejaremos de gritar que no existe. Y gritando y gritando y gritando, y gritándoles y gritándoles y gritándoles, y abrazándonos y reconociéndonos y encontrándonos, serán ellxs y no nosotrxs lxs que tiemblen asustadxs por las noches. Nos tendrán miedo porque no tendremos miedo, ya sea en Sol, en Gamonal o en la Zona Franca de Barcelona. Me tendréis miedo porque ya no tengo miedo. Y ni siquiera puedo empezar a explicar lo increíble que es vivir así.
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Me ha encantado. Como lo de "es mejor hablar", decir tanto con tan poco. Tendré que releerlo de vez en cuando.
Por lo menos los emails que te escribo son menos crípticos ;)