Mis privilegios cisgénero


Rita Hester fue asesinada el 28 de noviembre de 1998. Negra, trans y trabajadora del sexo. Este crimen de odio sucedió tan sólo cinco semanas después del asesinato de Matthew Shepard. Este a muchxs seguro que nos suena, ¿no? Las reacciones en los medios y en la calle fueron muy diferentes de uno a otro. Desde entonces, los 20 de noviembre de cada año se celebra el Día de la Memoria Trans.

Había una viñeta que no logro encontrar ahora donde la L, la G y la B aplaudían triunfantes tras escalar de un hoyo gritando que lo habían conseguido, que la política de Don't Ask Don't Tell se había derogado y que ya eran libres. Mientras, la T seguía al fondo del agujero gritando "¿Chicxs? ¡Eh! ¿Chicxs?". [Editado: Encontré la imagen]


El otro día hablaba con S. sobre nuestra identidad trans. Pese a identificarnos en muchos aspectos como transgénero genderqueer (sin identificarnos explícitamente como hombres ni como mujeres), sí que adoptamos una identidad estratégica femenina, aun de carácter político, y más aún, no discutimos jamás el passing como mujeres del que nos beneficiamos cada día (la capacidad de ser vistas y leídas como mujeres). Por ello, no voy a hablar sobre opresión trans en primera persona porque evidentemente no la sufro. Pero puedo hablar sobre el privilegio cisgénero (el término cisgénero hace relación a la equivalencia entre identidad sexual diagnosticada desde el nacimiento e identidad y expresión de género).

Traduzco a continuación una lista de privilegios cisgénero que circula por Internet y que está inspirada en la lista de privilegios blancos de Peggy McIntosh:

1) Lxs extrañxs no asumen que pueden preguntarme cómo son mis genitales ni cómo mantengo relaciones sexuales.

2) Mi validez como hombre/mujer/humano no se basa en cuánto me he operado o en cómo funciona mi "passing".

3) Cuando mantengo sexo con alguien por primera vez, no tengo que preocuparme por que no sean capaces de enfrentarse a mi cuerpo o por que se planteen su propia orientación sexual.

4) No se me excluye de los eventos que sean explícitamente para "hombres-nacidos-hombre" o para "mujeres-nacidas-mujeres" (posiblemente cualquier cosa que implique desnudez).

5) Mis políticas no son cuestionadas basándose en las elecciones que he tomado en relación con mi cuerpo.

6) No tengo que escuchar: "¿Así que te has operado?" o "Oh, ¿entonces en realidad eres un (sexo o género incorrecto)?" cada vez que salgo del armario como trans ante alguien.

7) No se espera que esté constantemente defendiendo mis decisiones médicas.

8) Lxs extrañxs no me preguntan cuál es mi "verdadero nombre" [nombre de nacimiento] y luego asumen que pueden llamarme así.

9) La gente no me falta al respeto utilizando pronombres incorrectos incluso después de haberles corregido.

10) No tengo que preocuparme de que alguien quiera ser mi amigx o acostarse conmigo solo para probar lo modernxs que son o cómo de buenas son sus políticas.

11) No tengo que preocuparme sobre si podré encontrar un baño o vestuario seguro y accesible.

12) Cuando me involucro en una acción política, no tengo que preocuparme sobre las repercusiones de ser arrestadx (por ejemplo, ¿qué pasará si lxs policías descubren que mis genitales no encajan con lo que esperan de mi expresión de género? ¿acabaré en una celda con gente de mi género o no?)

13) No tengo que defender mi derecho a ser parte del espacio o movimiento queer, y la gente lesbiana, gay y bisexual no intentará excluirme de sus acciones para ganar legitimidad política.

14) Mi experiencia del género no es considerada como simple "equipaje" o "circunstancias".

15) No tengo que elegir entre invisibilidad ("passing") u otredad constante.

16) No me dicen que mi orientación sexual y mi identidad de género son excluyentes.

17) Cuando voy al gimnasio o a la piscina pública, puedo usar las duchas.

18) Cuando acabo en la consulta médica, no tengo que preocuparme de recibir la atención apropiada y de que todos mis problemas sean vistos como producto de mi identidad de género.

19) Mi seguro médico o la seguridad social no me excluye específicamente de recibir determinados tratamientos o beneficios a causa de mi identidad de género.

20) Cuando expreso mi identidad en mi vida diaria, no se me considera unx enfermx mental.

21) No se me exige que pase intensas evaluaciones psicológicas para poder recibir cuidados médicos básicos.

22) La medicina no es una especie de guardián que me deniega la autodeterminación de lo que le ocurre a mi cuerpo.

23) La gente no me usa como cabeza de turco de sus sus problemas con su propio género.

También es muy interesante esta lista de acciones para ser unx aliadx de lxs trans y estas sugerencias sobre cómo tratar temas trans para personas cis.

La imagen pertenece al proyecto A Series of Questions de L. Weingarten.


Hay una Palestina queer


El sábado tuve la suerte de poder pasar la tarde con Rauda Morcos, la fundadora de Aswat, primer grupo de activismo queer y lesbiano de Palestina, formado hace ya diez años. Desde hace casi seis, Rauda ya no es la coordinadora, pero sigue siendo la única cara visible.

Al-Qaws, dirigido por Haneen Maikey, es otro grupo palestino LGTB+ e integra a hombres y mujeres, mientras que Aswat se identifica políticamente como grupo de mujeres lesbianas aunque también tenga personas trans, intersex, queer...

Hablamos sobre el Orgullo Mundial que se celebró en 2006 en Jerusalén, cuyo lema fue Amor sin fronteras. Rauda y Aswat formaron parte del bloque crítico que trató de boicotearlo con la campaña There's No Pride In Occupation (no hay orgullo en la ocupación). Así, volvimos a hablar sobre pinkwashing, el lavado de imagen que lleva a cabo el Estado de Israel utilizando para ello al colectivo LGTB+. Al final, la persona LGTB+ palestina que vive en los territorios ocupados se ve obligada a elegir entre su identidad palestina y su identidad LGTB+ si quiere ser reconocida por muchxs israelíes.

Le pregunté por la visibilidad como estrategia contra la heteronormatividad en Palestina/Israel y sobre cómo muchos activistas poscoloniales y árabes la tachaban de herramienta imperialista, aludiendo a la retórica del puesto de control, en lugar de la de armario, como defiende Jason Richtie. Rauda concuerda totalmente con la lectura que Joseph Massad hace de las imposiciones neocoloniales del movimiento LGTB occidental. Sin embargo, también pareció estar un poco harta de teorías y teóricxs: "Aswat no es un grupo de académicas, y yo no voy a conseguir nada escribiendo libros mientras observo desde fuera. Quiero estar pegada a la tierra, quiero contribuir a un cambio real desde dentro".

Entre otras mil millones de cosas de las que hablamos, Morcos compartió la exasperación de que la lucha palestina contra el patriarcado dentro y fuera de su comunidad se vea ralentizada por el tiempo perdido continuamente resolviendo malentendidos sobre lo que significa ser palestinx, el tiempo perdido visibilizando y combatiendo el racismo y la islamofobia en los colectivos LGTB+ (y no LGTB+) occidentales.

Podría seguir escribiendo sobre cómo la sacaron del armario, sobre cómo se formó Aswat, sobre cómo se identifica más con minorías LGTB+ como la chicana o la nativa americana que con las minorías LGTB+ de otros países árabes, sobre cómo utiliza el gaydar o sobre cómo salió del armario con su abuela. Pero no habría unos y ceros para todo ello.

Imagen.- Son dos miembros del Ejército israelí. En el orgullo de 2012, el propio ejército subió esta foto con el siguiente texto: "Es el mes del orgullo. ¿Sabías que las fuerzas de la defensa israelí tratan igual a todos sus soldados?". Un gran ejemplo de pinkwashing, ¿no?