Igual que me gusta encarnar un drag king, también me divierte travestirme de chica femme. A veces soy Nacho, a veces soy Mónica. Depilación, manicura, pedicura, maquillaje, tacones.
Llevo mucho tiempo queriendo escribir esta entrada y nunca termino de atreverme, porque para escribirla debería empezar por confesar algo, y siempre duele reconocerse parte ejecutiva de la discriminación, ¿no? Redoble de tambores: siempre he tenido prejuicios contra las chicas muy femme, contra los artefactos de la feminidad. Cuando tenía doce años, llegué llorando a casa porque había estado tres horas en un parque con dos amigas y habían pasado dos de las tres horas hablando de maquillaje. En realidad yo no recuerdo esta historia, pero mi madre sí. A fin de cuentas, el maquillaje, la ropa... ¿no son frivolidades sexistas-capitalistas?
Intento aprender de la gente y de la vida antes que de los libros, pero siempre se me dio mal el contacto emocional... Devenir perra, de Itziar Ziga, así como el artículo El baúl de los disfraces, de Ulrika Dahl (en El eje del mal es heterosexual, pdf, p.151), fueron mis primeros acercamientos al femme-inismo (si puede considerarse Devenir Perra como algo parecido...). Ulrika Dahl, de hecho, lo explica estupendamente:
Escribo porque rechazo ser una víctima del patriarcado. Porque mi deseo no me convierte en una chica hetero despistada, una feminista políticamente incorrecta o una falsa bollera.
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Más tarde descubrí que quería volver al Baúl de los Disfraces, que no estaba sola y que había muchísimas mujeres a las que yo les gustaba así. Entonces comencé a ver que la propia idea de que los atributos clásicos femeninos no son sino fuentes de limitación, peligro y opresión, raramente se cuestionaba en los círculos lésbicos mayoritarios.
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Vivimos en un patriarcado. Una sociedad modelada por un orden de poder generizado y heterosexista donde las mujeres y la feminidad están siempre subordinadas a los hombres y a la masculinidad. Donde la feminidad es sinónimo de víctima, de estar oprimida, limitada, de ser vulnerable. De no ser tomada en serio. La conexión entre género y sexualidad no es sólo una teoría, es una realidad. Los hombres gays afeminados y las bollos butch son la doble amenaza a nuestras concepciones de qué constituye un hombre y una mujer. Son nuestros más obvios guerreros de género. Pero sigo creyendo que las femme luchamos una batalla diferente. La batalla contra la subordinación de la feminidad de las mujeres y su conexión con la sexualidad.
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En mi opinión el travestismo femme es un disfraz explícitamente femenino. Uno que no puedes conseguir en el departamento de señoras de unos grandes almacenes. Es un proyecto artístico. Algunas personas lo pueden encontrar algo extravagante, algo definitivamente no feminista, o incluso políticamente incorrecto. Y respeto esos argumentos.
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Cuando me pongo mi wonderbra no es para satisfacer a ningún hombre, no es porque no me puedo resistir a la propaganda de las revistas de las mujeres hetero sobre cómo debe ser una mujer. No es una cuestión de cuánto dinero gastas en ser femme. Es sobre cuál es el significado de la feminidad. Se trata de transformar algo negativo en algo positivo. De cambiar el significado de un término. Lavar la marca de víctima, aliviarla con un tónico facial y pintar sobre ella un nuevo personaje espectacular.
Me recuerdo hablando con N. en Santander, en nuestro primer viaje, sobre la importancia de la moda. Yo no la comprendía y le confesaba mi más absoluto desinterés por la ropa o ir de compras. Le costó hacerme comprender que eso también era una decisión en relación con la moda. El estilo femme también es una expresión de género y mis amigas femme y con más interés en la moda y otros artefactos de la feminidad son también feministas y conscientes de que ellas han escogido una expresión de género determinada que no es relacional con el patriarcado sino con su propia identidad. Qué difícil es a veces comprender las cosas más simples. Y qué difícil es siempre permitir que las mujeres y lxs otrxs vistan como les dé la real gana.
La imagen la encontré en tumblr.
Me gustan los tacones. Y he tenido suerte de nacer mujer en este tiempo, porque me los puedo poner y la sociedad no me lo recrimina. También la hubiera tenido de nacer hombre en la corte de Luis XIV. Porque al fin y al cabo las cosas no son masculinas, ni femeninas, ni gays, ni tansolo capitalista. Es una largísima secuencia histórica y antropológica que nos lleva a concebirlas de un modo u otro, a categorizarlas y etiquetarlas para, finalmente, jerarquizarlas.
Me gustan los tacnoes, las faldas y llevar escote. También me gustan las corbatas, los trajes y los perfumes para hombre (curioso, se ve que los olores también tenen género...). Y me lo combino como me da la gana, si me la da. No voy a renunciar a nada porque me digan que es de tio o que no es lo suficientemente feminista. Como dice N., optar por lo contrario de lo que te imponen es otra forma de regirte por lo que te imponen. Hacer lo contrario de lo que dicta la moda es, efectivamente, seguir la moda.
Fantástica entrada. Un orgullo poder ser la primera en felicitarla.
Marina
Una de las compañeras de piso que tuve hace tiempo me contaba su evolución con este tema. Que durante una época dejó de usar faldas ni nada que fuera "femenino", como parte de su visión feminista, supongo que para evitar "la norma impuesta" y esas cosas. Luego cambió de opinión, y cuando yo la conocí llevaba habitualmente falda, ropa con estampados de flores y una estética general más "clásica". Decía que esas ropas y esa estética le gustaban, que se sentía cómoda con ellas y que dejar de usarlas era como negar su feminidad.
Desde entonces que le doy vueltas al tema. No me parece muy lógico que parezca más feminista una estética de mujeres masculinas que una estética de mujeres femeninas. Como si las propias feministas quisieran acabar com la feminidad del mundo.
Pero por otra parte... estan todos los traumas de infancia. Origen de mi odio hacia las muñecas, el color rosa, las coletas y las faldas. Y a parte, mi sentido pragmático me dice que es absurdo gastar y gastar en estética, tanto tiempo, como dinero y energías. No sé, es un tema que me confunde.
Eso sí, me gustan las femme. Y las que no lo son, también. Creo que me gustan casi todos los géneros que conozco. Y mi propio género estoy continuamente replanteándomelo. Recientemente dos personas distintas me han dicho que me consideran femenina. Aun no sé cómo tomármelo.
En fin, que esta entrada ha dado en el blanco de muchas de mis dudas existenciales xD
Uummm una entrada muy jugosa, desde luego.
Yo creo que aquí hay varios temas. Habría que empezar distinguiendo si yo como mujer femme (si es que me tuviera que definir de forma amplia y general para entendernos) me visto para mí porque me he construido así a mi misma o si por el contrario por el peso del patriarcado me visto y maquillo para los otros, lo que viene siendo ser una mujer florero, mujer escaparate o mujer reflejo de lo que el heteropatriarcado y sus fantasías quieren ver en mí.
A mí particularmente me gustan muchas cosas que conforma el universo de lo femme. Y si me tuviera que definir rápidamente con todo lo que esto conlleva me definiría como femme con matices que cambian cada minuto, evidentemente. Me gustan los tacones, los escotes, las faldas, la ropa interior, y los olores de frangancias femeninas (ya que Marina en su comentario pone sobre la mesa tan acertadamente el género de los mismos) me gusta verlos en mí y verlos en las mujeres femme que son la tipología de mujer por la que más frecuentemente me siento atraída. Me gustan muchas cosas, como a todxs, pero distingo entre lo que puede suponer una imposición y lo que es llevarlo porque me siento cómoda y agusto. También distingo entre las que se pasan la vida hablando durante horas de maquillaje, tops, rímel, faldas, y secretos de depilación, de las que como yo hablamos de ello cuándo hay que hablar pero ni de lejos es mi tema de conversación ni algo que me preocupe todo el rato, tampoco sugiero nunca hablar de ropa ni de nada relacionado con el vestir o el llevar ya que considero que cada cual viste como se siente segurx y ha elegido hacerlo así y punto. Yo hay días en los que voy muy maqueada y “superperipuesta” y otros en los que salgo a la calle tal cual abro el armario y no coordino ni el color ni si me pega o no me pega con nada. Fluctúo según el día, el momento y la ocasión. No suelo usar maquillaje pero nunca suelo salir a la calle sin los ojos perfilados de negro. Eso es para mí un signo de identidad más que otra cosa. Tampoco uso pendientes simplemente porque no me gustan pero insisto que son cosas que he decidido yo conmigo. Esto lo puedo separar del hecho de no poder decidir que es el equivalente en mi biografía al proceso de feminización que sufrí durante mi infancia y adolescencia. Ahí sí que no fui libre para decidir mi aspecto. Otrxs lo hicieron por mí porque me decían que una niña, una chica tenía no solo que serlo sino aparentarlo. Aquí planto la demarcación. En el hecho de elegir cómo, cuándo y de qué forma te vistes como te apetece o cuándo te lo imponen desde un exterior a tí. Posiblemente esto sea parte de otra vertiente del tema dentro de otro abanico más amplio pero que tiene que ver con todo esto, ¿no es así? Es que siempre se como comienzo pero nunca como acabo :) Esta entrada aprovechando el comentario de Anarres también ha dado en el blanco de mis dudas existenciales.
Todo un lujo que hayas abierto esta línea de debate.
Qué bien que sigáis el debate :)
El problema es ese, marina, que te vayan a decir que no eres feminista por escoger tacones, al final muchas personas feministas acaban sintiéndose culpables por apetecerles vestir de una u otra manera. Siempre acabamos castigando a lxs mismxs.
Pero como dice Anarres, está todo el rollo de la imposición. Y poner el grito en el cielo por la discriminación a las mujeres femeninas también me chirría un poco y me suena a lxs que dicen que ahora lxs hetero o lxs blancxs están discriminadxs por la lucha LGTBQ o por la lucha antirracista. Es decir, entiendo que las mujeres que se apropian de la masculinidad o los hombres de la feminidad están oprimidxs por ello. [Pero también estoy presuponiendo así que todas las mujeres masculinas están, conscientemente, performando la masculinidad, cuando habrá muchas que no sea el caso. Y viceversa. Estoy pensando en alto y suena poco coherente.] Pero hay una forma en que las personas que visten de acuerdo a la expresión de género que escogen están luchando por su agencia, y presuponer que las mujeres que visten de rosa, con falda y con tacones son víctimas inocentes o cómplices del patriarcado es quitarles toda su agencia, ¿no?
Lo importante es el reconocimiento del Otro, otra vez, ¿no? El reconocimiento de la expresión de género de cada unx. Como dice eva w, "nunca sugiero nada relacionado con el vestir ya que considero que cada cual viste como se siente segurx y ha elegido hacerlo así y punto". El problema es otra vez lo que dice Anarres, ¿tiene consecuencias en tu entorno? ¿Hasta qué punto consumir cierto tipo de cosméticos es nocivo para el medio ambiente, entre otros miles de ejemplos? Pero supongo que ahí ya nos iríamos al comercio justo y a que existen muchas formas de consumir y de travestirse, como si solo fueran los artefactos de la feminidad los construidos y la masculinidad fuera natural sin complementos. ¿Hasta qué punto la reproducción de la feminidad hegemónica sirve para mantener su imposición? En fin, dudas existenciales por todas partes. Pero sigo pensando que hay que reconocer la multiplicidad de las expresiones de género y que los entornos feministas deberían ser espacios seguros para todas ellas, que no siempre lo son.
Veo yo dos preguntas claves que se me ocurren després de leer vuestros estimulantes comentarios.
1- Si me gustan los tacones, ¿cómo saber hasta qué punto me gustan por imposición cultural (en este caso patriarcal) y hasta qué punto me gustan de manera... innata (por expresarlo de alguna forma)? Esto ha estado discutiendo la filisofía desde hace milenios. Creo que todavía no hay conclusión ;) Me refiero a que este es un debate eterno, como todos los buenos debates, y que es muy complejo determinar si los tacones me gustan más o menos por una cosa u otra.
2- Como muy bien plantea la autora del post: ¿Hasta qué punto la reproducción de la feminidad hegemónica sirve para mantener su imposición? Seguramente bastante. Porque quieras que no reproducimos un (o parte del) estereotipo. Pero desterrar aquellos elementos que conforman el estereotipo, ¿no es igualmente otra imposición? Lo que decíamos de la moda y la antimoda... En mi opinión la clave está en el aprendizaje por parte de la sociedad de la aceptación de toda diversidad a la hora de vestir, sin exigir encajar en alguna de las categorias ancestrales entorno al género, sin considerar el hecho de encajar lo "normal", sin reducir el/la "otrx" a una categoría prefabricada. (Desde luego, al final de todo siempre estamos "yo/nosotrxs" y el/la/lxs "otrx/s"). Si la sociedad comprendiera la construcción histórica de toda su cosmovisión, tendríamos muchos menos problemas... Y quizás así empezaríamos a difuminar esas demarcaciones que nos constriñen a todxs.
Al fin y al cabo el problema no es como se viste unx, sino cómo espera unx que se vistan lxs otrxs.
Dudas existenciales everywhere... XD Y sí, paradójicamente, ciertos feminismo pueden llegar a ser muy excluyentes. Mal.
Marina
Sigo dándole vueltas...
Creo que mezclamos dos cosas. Por una parte, está la expresión de género. Por otra, el uso de cosas que vienen "impuestas". Creo que ahí está buena parte de mi conflicto. No tengo problemas con una expresión de género hiper-femenina. Tengo problemas con que la única manera de expresar esa feminidad vaya ligada a cosas que me parecen perjudiciales: tacones, depilación, productos para la piel que no son saludables, ropa no ecológica, etc. Sin embargo, tampoco tengo problema con otras cosas también típicamente femeninas (cuando estan en otras personas, jeje): determinados colores, estampados de flores, faldas en vez de pantalones, determinados peinados, etc.
Me parece muy relevante también el punto de que la masculinidad también es construida. Imitar la masculinidad no es ser más libre. Si acaso, admitir cualquier expresión de género es ser más libre, y eso debería incluir la feminidad.
Me ha gusta la frase de Marina: "Al fin y al cabo el problema no es como se viste unx, sino cómo espera unx que se vistan lxs otrxs." Al final, siempre se trata de repensarse a unx mismx.