Los cómics de Kara Passey

A través de María Llopis descubro a la ilustradora y artista multimedia Kara Passey. A continuación adjunto alguna de las viñetas que más me han gustado.

 -Creo que soy adicta a la crítica feminista de los medios de comunicación. Nunca más disfrutaré de nada.
-Uh, esa canción es tan sexista / -Oh, vale, un chiste de gordas / -Este videojuego está lleno de estereotipos racistas / -Este autor es un misógino imbécil.

 -Oh, Dios, me encantan las chicas gordas, pero no las obesas/exageradas. Tan sólo las que visten bien y tienen confianza en sí mismas. Nadie quiere follarse a una gorda desesperada con baja autoestima.
-¿¿¿Perdona??? ¿Quién coño eres para determinar la autoestima de alguien basándote en su presentación y en su confianza? ¿Piensas que eres aliada sólo porque te follarías a una gorda? ¿Debería sentirme agradecida por tu jodida atención? Estás contribuyendo a los estándares de belleza de la sociedad. ¿De dónde crees que viene la baja autoestima?

 "Mi falda no me convierte en chica".

-Pero decirme que no use lenguaje sexista, racista o capacitismo, ¿no es también opresor?
-Dios, ¡no!


Nosotrans decidimos



Se me había olvidado lo divertidas que son las manifestaciones en las que no caminas con miedo a que te dispare la policía con pelotas de goma.

Los objetivos de la campaña por la despatologización trans son la retirada de la categoría de "disforia de género" y "trastornos de la identidad de género"

[no somos disfóricas, estamos eufóricas]

de los catálogos diagnósticos DSM (de la Asociación Psiquiátrica Americana) y del CIE (de la OMS) en sus próximas ediciones, previstas para el 2013 y el 2015.

[vamos a quemar ¡vamos a quemar! vamos a quemar ¡la consulta del hospital! vamos a quemar la consulta por violenta y patriarcal]

Dentro del colectivo trans existen dudas al respecto, pues hay quienes consideran que despatologizado sería más complejo luchar por la cobertura sanitaria pública, pero [creo que] una patologización estratégica sólo puede conllevar estigma y problemas a largo plazo muy difícilmente superables. ¿Acaso la patologización ha servido hasta ahora? ¿Acaso todo lo cubierto por la sanidad pública está diagnosticado como patología, véase el embarazo?

El colectivo trans incluye infinitas identidades y expresiones de género: FtM u hombres transexuales (diagnosticados como mujeres en su nacimiento con identidad de género masculina), MtF o mujeres transexuales (diagnosticadas como hombres en su nacimiento con identidad de género femenina), travestis o cross-dressers (expresión de género diferente a su identidad de género), gender-queer (que se mueven entre los géneros, que se identifican con dos o más géneros -bigénero, pángenero-, que no se identifican con ninguno -agénero-, intergénero), intersexuales, andróginxs... Y todo ello es independiente del deseo/necesidad o no deseo/necesidad de intervenciones hormonales o quirúrgicas.Y todo ello cambia también según el entorno geográfico o activista en el que te muevas (travesti significa en muchos países latinos lo que transexual en los colectivos del estado español).

 [¿cuál es mi género? ¡el que me da la gana!]

¿Con toda esta diversidad tiene sentido hablar de dos géneros o dos sexos? Sigamos a Beto Preciado en Testo Yonqui: "No hay dos sexos, sino una multiplicidad de configuraciones genéticas, hormonales, cromosómicas, genitales, sexuales y sensuales. No hay verdad del género, de lo masculino y de lo femenino, fuera de un conjunto de ficciones culturales normativas".

Después de escuchar tantas discusiones (más o menos respetuosas) entre diferentes integrantes del colectivo trans, era genial caminar junto a muchxs de ellxs cantando los mismos lemas.

[mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodillan ante el sistema patriarcal]

"Una tensión que surge entre la teoría queer y los movimientos intersex y transexual se centra en la cuestión de la reasignación del sexo y de las ventajas que conllevan las categorías de género", dice Judith Butler. Quién no se ha enfrentado a su transfobia en algunos momentos de su "transgenerización". Pero volvamos a la teoría del reconocimiento de Butler; qué más da que no entiendas el género de la misma forma que tu compañerx de lucha, lo importante es hacer la vida vivible para todxs:

[...] la tarea de todos estos movimientos consiste en distinguir entre las normas y convenciones que permiten a la gente respirar, desear, amar y vivir, y aquellas normas y convenciones que restringen o coartan las condiciones de vida. A veces las normas funcionan de ambas cosas a la vez, y en ocasiones funcionan de una manera para un grupo determinado y de otra para otro. Lo más importante es cesar de legislar para todas estas vidas lo que es habitable sólo para algunos y, de torma similar, abstenerse de proscribir para todas las vidas lo que es invivible para algunos. Las diferencias en la posición y el deseo marcan los límites de la universabilidad como un relfejo ético. La crítica de las normas de género debe situarse en el contexto de las vidas tal como se viven y debe guiarse por la cuestión de qué maximiza las posibilidades de una vida habitable, qué minimiza la posibilidad de una vida insoportable o, incluso, de la muerte social o literal.
Judith Butler (Deshacer el género, pp. 20-23)


Salvada

Querida yo:

Estaba escribiendo una carta a mi yo de hace diez años y he tenido que borrarla porque era demasiado personal. Aquí hemos venido a hablar de bolleras.

Has cumplido veinticinco años hace nada. Sí, primera noticia: cumplirás los dieciocho, y los veinte y los veinticinco. De hecho, adoras tus cumpleaños y celebras picnics multitudinarios en el Retiro con la gente a la que quieres. Que serán muchxs más de lxs que puedes imaginar ahora. 

Con trece años jugaban a pedirnos que nos mirásemos las uñas y, dependiendo de si estirábamos el dorso de las manos o si las doblábamos (creo que no me he explicado bien...) éramos más o menos femeninas. Recuerdo que estuve unas semanas practicando para que me saliera de forma natural estirarlas y que nadie pudiera acusarme de marimacho. Qué cosas.

Todo cambiará tanto que no lo reconocerías y no te reconocerías si pudieras mirar por un agujerito cómo es el futuro. Nada, absolutamente nada, será como lo imaginas. Ni siquiera puedo decirte que será mejor, porque será tan radicalmente distinto que no son realidades comparables.

La primera vez que respondí a un acosador, cuando era relativamente pequeña, me llamó fea. Iba con C. y con algunas amigas más, creo. Hasta hace muy poco no pude volver a responderles por miedo a que me volvieran a llamar fea. Pero es empezar y no parar, ya tengo repertorio para todo tipo de intromisiones.

Empiezan a preocuparte esos pensamientos obsesivos. No los de loca, esos ya no te preocupan, sino los de lesbiana. Pues para, no te preocupes por nada. Dentro de diez años leerás una novela gráfica de Alison Bechdel titulada ¿Eres mi madre? y te reconocerás en una viñeta en la que dice que, en realidad, cree que ser lesbiana fue lo que la salvó. En una entrevista dirá que ser [¿ser/estar?] lesbiana fue lo que la empujó fuera de su mente. Tú ya sabes que los libros te están salvando. Pues ay cuando descubras los libros de bolleras y de queers. Y dejarás de escribir ficción. Pero nunca te arrepentirás.

Como mi amante le dijo una vez a su madre: «No elegí esto y sin embargo si tuviera que elegir mil veces continuaría eligiendo esto. De hecho elegí esto»
Ulrika Dahl


De esencias y constructos

En la comprensión de las identidades sexuales (homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad, polisexualidad, omnisexualidad, asexualidad...) el debate ha girado entre el esencialismo y el construccionismo. Nunca había leído un alegato coherente en defensa del esencialismo hasta que llegó a mis manos Female Homosexuality in the Middle East: Histories and Representations, donde Samar Habib intenta trazar un continuo reconocible de identidad lesbiana a lo largo de la historia de oriente medio.

Creo que es bastante obvio que mi concepción es construccionista, y me gusta mucho lo que dice David Halperin sobre esto en San Foucault:

Esto no quiere decir que la homosexualidad sea irreal. Por el contrario, las construcciones son muy reales. Las personas viven por ellas, después de todo, y hoy en día, cada vez más, mueren por ellas. No se puede pedir nada más real que eso. Pero si la homosexualidad es una realidad, ésta es construida, una realidad social y no natural. El mundo social contiene muchas realidades que no existen por naturaleza.

Eve Kosofsky Sedgwick añade al respecto en Epistemología del armario:

Recuerdo el boyante entusiasmo con el que las académicas feministas solían celebrar el descubirmiento de que una u otra brutal forma de opresión no era biológica sino ¡sólo cultural! A menudo me he preguntado cuáles son las bases para nuestro optimismo sobre la maleabilidad de la cultura por cualquier grupo o programa. 

Cuando leo a Jasbir Puar (autora del increíble Terrorist Assemblages: Homonationilsm in Queer Times) o a precursores como Gilles Delueze y Félix Guattari, intento seguir sus textos e impregnarme de su forma de deshacer el género, la sexualidad, la raza, la identidad... A veces me gusta jugar a ello, creérmelo del todo, pero generalmente acabo por marearme. Literalmente. Qué más da que sea verdad, que sea posible, su manera de presentar a las personas. Si te mareas en cuanto lo piensas. Como la física cuántica.


Femme-inismo


Igual que me gusta encarnar un drag king, también me divierte travestirme de chica femme. A veces soy Nacho, a veces soy Mónica. Depilación, manicura, pedicura, maquillaje, tacones.

Llevo mucho tiempo queriendo escribir esta entrada y nunca termino de atreverme, porque para escribirla debería empezar por confesar algo, y siempre duele reconocerse parte ejecutiva de la discriminación, ¿no? Redoble de tambores: siempre he tenido prejuicios contra las chicas muy femme, contra los artefactos de la feminidad. Cuando tenía doce años, llegué llorando a casa porque había estado tres horas en un parque con dos amigas y habían pasado dos de las tres horas hablando de maquillaje. En realidad yo no recuerdo esta historia, pero mi madre sí. A fin de cuentas, el maquillaje, la ropa... ¿no son frivolidades sexistas-capitalistas?

Intento aprender de la gente y de la vida antes que de los libros, pero siempre se me dio mal el contacto emocional... Devenir perra, de Itziar Ziga, así como el artículo El baúl de los disfraces, de Ulrika Dahl (en El eje del mal es heterosexual, pdf, p.151), fueron mis primeros acercamientos al femme-inismo (si puede considerarse Devenir Perra como algo parecido...). Ulrika Dahl, de hecho, lo explica estupendamente:

Escribo porque rechazo ser una víctima del patriarcado. Porque mi deseo no me convierte en una chica hetero despistada, una feminista políticamente incorrecta o una falsa bollera.

[...]


Más tarde descubrí que quería volver al Baúl de los Disfraces, que no estaba sola y que había muchísimas mujeres a las que yo les gustaba así. Entonces comencé a ver que la propia idea de que los atributos clásicos femeninos no son sino fuentes de limitación, peligro y opresión, raramente se cuestionaba en los círculos lésbicos mayoritarios.

[...]

Vivimos en un patriarcado. Una sociedad modelada por un orden de poder generizado y heterosexista donde las mujeres y la feminidad están siempre subordinadas a los hombres y a la masculinidad. Donde la feminidad es sinónimo de víctima, de estar oprimida, limitada, de ser vulnerable. De no ser tomada en serio. La conexión entre género y sexualidad no es sólo una teoría, es una realidad. Los hombres gays afeminados y las bollos butch son la doble amenaza a nuestras concepciones de qué constituye un hombre y una mujer. Son nuestros más obvios guerreros de género. Pero sigo creyendo que las femme luchamos una batalla diferente. La batalla contra la subordinación de la feminidad de las mujeres y su conexión con la sexualidad.

[...]

En mi opinión el travestismo femme es un disfraz explícitamente femenino. Uno que no puedes conseguir en el departamento de señoras de unos grandes almacenes. Es un proyecto artístico. Algunas personas lo pueden encontrar algo extravagante, algo definitivamente no feminista, o incluso políticamente incorrecto. Y respeto esos argumentos.

[...]

Cuando me pongo mi wonderbra no es para satisfacer a ningún hombre, no es porque no me puedo resistir a la propaganda de las revistas de las mujeres hetero sobre cómo debe ser una mujer. No es una cuestión de cuánto dinero gastas en ser femme. Es sobre cuál es el significado de la feminidad. Se trata de transformar algo negativo en algo positivo. De cambiar el significado de un término. Lavar la marca de víctima, aliviarla con un tónico facial y pintar sobre ella un nuevo personaje espectacular.

Me recuerdo hablando con N. en Santander, en nuestro primer viaje, sobre la importancia de la moda. Yo no la comprendía y le confesaba mi más absoluto desinterés por la ropa o ir de compras. Le costó hacerme comprender que eso también era una decisión en relación con la moda. El estilo femme también es una expresión de género y mis amigas femme y con más interés en la moda y otros artefactos de la feminidad son también feministas y conscientes de que ellas han escogido una expresión de género determinada que no es relacional con el patriarcado sino con su propia identidad. Qué difícil es a veces comprender las cosas más simples. Y qué difícil es siempre permitir que las mujeres y lxs otrxs vistan como les dé la real gana.


La imagen la encontré en tumblr.


Códigos del género

Repasar libros leídos hace tiempo hace que salgan fragmentos maravillosos... Es casi como si lo leyeras otra vez por primera vez.

Esto pertenece a Testo Yonqui (Beatriz Preciado) y está escrito antes de afirmar tajantemente: "Antes pensaba que solo los que éramos como yo estábamos bien jodidos.  Porque no somos ni seremos nunca ni mujercitas ni héroes de Río Grande. Ahora sé que en realidad todos estamos bien jodidos, no seremos nunca ni mujercitas ni héroes de Río Grande".

Algunos códigos semiotico-técnicos de la feminidad pertenecientes a la ecología política farmacopornográfica:

Mujercitas, el coraje de las madres, la píldora, cóctel hipercargado de estrógenos y progesterona, el honor de las vírgenes; La bella durmiente, la bulimia, el deseo de un hijo, la vergüenza de la desfloración; La sirenita, el silencio frente a la violación; Cenicienta; la inmoralidad última del aborto, los pastelitos, saber hacer una buena mamada, el Lexomil, la vergüenza de no haberlo hecho todavía; Lo que el viento se llevó, decir no cuando quieres decir sí, quedarse en casa, tener las manos pequeñas, los zapatitos de Audrey Hepburn, la codeína, el cuidado del cabello, la moda, decír sí cuando quieres decir no, la anorexia, el secreto de saber que quien te gusta realmente es tu amiga, el miedo a envejecer, la necesidad constante de estar a dieta, el imperativo de la belleza, la cleptomanía, la compasión, la cocina, la sensualidad desesperada de Marilyn Monroe, la manicura, no hacer ruido al pasar, no hacer ruido al comer, no hacer ruido, el algodón inmaculado y cancerígeno del Tampax, la certitud de la maternidad como lazo natural, no saber gritar, no saber pegar, no saber matar, no saber mucho de casi nada o saber mucho de todo pero no poder afirmarlo, saber esperear, la elegancia discreta de Lady Di, el Prozac, el miedo de ser una perra calentona, el Valium, la necesidad del string, saber contenerse, dejarse dar por culo cuando hace falta, resignarse, la depilación justa del pubis, la depresión, la seda, las bosiltas de lavanda que huelen bien, la sonrisa, la momificación en vida del rostro liso de la juventud, el amor antes que el sexo, el cáncer de mama, ser una mantenida, que tu marido te deje por otra más joven…

Algunos códigos semiotico-técnicos de la masculinidad pertenecientes a la ecología política farmacopornográfica:

Río Grande; el fútbol, Rocky, llevar los pantalones, saber dar una hostia cuando es necesario; Scarface, saber levantar la voz; Platoon, saber matar, los medios de comunicación, la úlcera de estómago, la precariedad de la paternidad como lazo natural, el buzo, el sudor, la guerra (aunque sea en su versión televisiva), Bruce Willis, la Intifada, la velocidad, el terrorismo, el sexo por el sexo, que se te levante como a Rocco Siffredi, saber beber, ganar dinero, Omeoprazol, la ciudad, el bar, las putas, el boxeo, el garage, la vergüenza de de que no se te levante como a Rocco Siffredi, el Viagra, el cáncer de próstata, la nariz rota, la filosofía, la gastronomía, tener las manos sucias, Bruce Lee, pagar una pensión a tu ex mujer, la violencia doméstica, las películas de horror, el porno, el juego, las apuestas, los ministerios, el Gobierno, el Estado, la dirección de empresa, la charcutería, la pesca y la caza, las botas, la corbata, la barba de dos días, el alcohol, el infarto, la calvicie, la fórmula 1, el viaje a la Luna, la borrachera, colgarse, los relojes grandes, los callos en las manos, cerrar el ano, la camaradería, las carcajadas, la inteligencia, el saber enciclopédico, la obsesión sexual, el donjuanismo, la misoginia, ser un skin, los serial-killers, el heavy-metal, dejar a tu mujer por otra más joven, el miedo a que te den por el culo, no ver a tus hijos después del divorcio, las ganas de que te den por el culo…