Ayer estuve con N. en el taller sobre violencias que organizaron Feminismos Sol en el aniversario del 15M. Primero se enumeraron y representaron diferentes tipos de agresiones y violencias (muchas de las cuales estarían englobadas en lo que ahora denominan micromachismos), y se evaluó su visibilidad como violencia dentro de los discursos sociales.
Entre esas violencias no sólo estaban las más visibilizadas o politizadas (el feminicidio, la violación por parte de extraños, la agresión física grave) sino también las menos reconocidas como tales (debajo de la punta del iceberg): la infantilización y desautorización en los debates, las interrupciones en las asambleas, la ocupación invasiva del espacio público, el lenguaje sexista, el acoso en las calles (también llamado "los piropos"), e infinitas variantes.
Es una pena que quedara tan poco tiempo para la parte más importante (aunque también es lógico, éramos muchxs y la asamblea general ya había comenzado en Sol): la definición de estrategias individuales y colectivas a la hora de responder a las agresiones y a los micromachismos.
Hablando de "los piropos", surgieron diferentes estrategias y algunas me encantaron, pues se salen de la tónica de increparle de vuelta, algo que a mí me supone más violencia todavía: desde carcajearse delante del baboso hasta que se sienta ridículo, quedarse callada antes de darle un susto, sacarse un moco delante de él... En Twitter, eva uvedoble propone meterse un dedo en la boca y rascarse el esmalte a modo palillo e Ysthar aboga por responder "guapa tú, ¡morenaza!".
Cuando nos íbamos, N. y yo hablábamos de las estrategias que utilizábamos nosotras y me encantó lo que hace ella cuando en el trabajo le ceden el paso en una puerta o en el ascensor; les dice: "Pasa, pasa, pasa al siglo XXI".
Me quedé pensando sobre el caso de la ocupación invasiva del espacio público. Me molesta mucho cuando en el metro, en el autobús o, incluso, compartiendo en un restaurante con amigxs, los hombres tienden a "expandirse", como si no les cupieran sus enormes testículos entre las piernas. Mi problema con esta cuestión es que, cuando me enfrento a ella, al expandirme yo y ocupar el espacio que me debería corresponder, se convierte en una guerra por el territorio en la que no me queda más remedio que estar en contacto físico directo con la persona en cuestión durante toda la comida o todo el trayecto, y no soy especialmente fan del contacto físico, de hecho, esto supondría violencia extra. Hablándolo con N. me sugirió comentarlo directamente: "perdona, estás ocupando mucho espacio y me hace sentirme incómoda, ¿puedo recuperar mi asiento?" Así sugirió una chica en el taller en respuesta al acoso en el transporte público: "Perdona, ¿podrías dejar de mirarme las tetas? Me estás haciendo sentir mal". Si soy capaz de hacerlo, ya comento...
Desde que leí la opción de Ysthar estoy deseando que alguien me diga algo...sólo de pensarlo, me entra la risa floja..muy grande.
Un abrazo Loreto!