Pornoterrorismo

Pornoterrorismo, de Diana J. Torres, es un libro muy recomendable, tanto si no sabes nada sobre transfeminismo como si has leído mil libros antes.

A lo largo del texto, he ido a marcar la página muchas veces para luego reproducir aquí alguna cita, pero eran tantas las páginas y tantas las citas que lo di por imposible. Trabajo sexual, prácticas sexuales, cuerpo, género, sexualidad, poesía, arte... Y, además, feminismo divulgativo, sin palabras grandes y sin necesitar conocer toda la obra de Foucault o de Butler para abrir sus páginas, con un tono autobiográfico muy entretenido y fácil de leer.

Me he apasionado por su rabia. Muchas veces he hablado de la ira que siento por el control de nuestros cuerpos, de la furia por el sistema capitalista heteropatriarcal del que no sé bien cómo escapar, ni si puedo hacerlo. Diana ha madurado esa rabia, ese cabreo monumental, y ha decidido hacer algo con ello. Ha decidido vengarse. Y lo hace de forma brillante. 


Pagando por ello


El sábado celebré mi cumpleaños (que me gusten las espinacas y que me encante mi cumpleaños son dos de esas cosas que no me pegan), así que tengo unos cuantos libros que leer, ya que tengo unxs cuantxs amigxs bien majxs. El que enganché ayer por la mañana fue Pagando por ello: Memorias en cómic de un putero (Chester Brown). Tal y como indica el subtítulo, es un relato autobiográfico sobre su relación, como cliente, con el trabajo sexual.

El libro es muy interesante y, para mí, ha sido una perspectiva diferente. Me ha gustado la banalización del sexo. Viñetas como las que abren esta entrada me recuerda a Virginie Despentes. No sé si fue ella en Teoría King Kong o si fue citada por Beto Preciado en Testo Yonqui, cuando aseguró que se había sentido mucho más explotada por el sistema capitalista heteropatriarcal trabajando como cajera que trabajando como prostituta. Efectivamente, expone también Chester Brown, hay veces que a la trabajadora sexual no le apetece especialmente ejercer su profesión, pero a mí tampoco me apetece venir al trabajo. Hay otras viñetas con trasfondo parecido, como la siguiente:




Lo compara como si no hubiera ningún problema con ninguna, y a mí me parece que, sobre todo la segunda y la tercera, son bastante violentas. De todas formas y al fin y al cabo, el matrimonio siempre fue un contrato muy similar a la prostitución, ¿no? La primera viñeta tiene también la complicación de "necesito el dinero", "no quiero hacerlo pero necesito el dinero". ¿Eso es una elección libre? Pero, ¿hay alguna diferencia entre ese "no quiero hacerlo pero necesito el dinero" y otros tantos encuadrados dentro del sistema laboral capitalista? Me gusta la cita de Despentes: "Las prostitutas forman el único proletariado cuya condición conmueve mucho a la burguesía".

Hay varias cosas que no me gustan del libro y casi todas tienen relación con la falta de análisis feminista de muchos puntos del debate. Brown iguala la prostitución masculina y la femenina (y excluye la prostitución de otros géneros) ignorando las relaciones de poder entre hombres y mujeres (y el resto de nosotrxs). El autor, además, cita a Sheila Jeffreys como única referencia de la teoría feminista en relación a la prostitución. No quiero decir que Jeffreys no sea importante, pero... en fin, teniendo en cuenta la enormidad del debate feminista en torno al trabajo sexual, centrarse en una única autora (más aún, en esta autora) es o malintencionado o ignorante. No estoy de acuerdo con Sheila Jeffreys en casi nada (ni en su relación con el sexo y el sadomasoquismo, ni con su transfobia, ni con su opinión sobre la prostitución) pero me ha dado muchísima rabia que Chester Brown haya ironizado sobre la percepción que tiene Jeffreys sobre la violencia (más amplia que la de "la otra gente", como dice él).

La obra de Brown me ha dado muchas (más) ganas de leer dos libros: Crítica del pensamiento amoroso (Mari Luz Esteban) y La prostitución (Beatriz Gimeno), con quien seguramente no estaré de acuerdo, pero con la que sé que reflexionaré un montón.


There Will Be Blood

Emma Arvida Bystrom ha publicado una serie de fotografías en la revista Vice. Me recuerda al proyecto Seeing Red del que hablé en una ocasión.








Homonormatividad

Lecturas reveladoras entre Estrecho y Alvarado:

Al mismo tiempo que el estado-nación [EEUU] produce narrativas sobre su excepcionalidad a través de la guerra contra el terrorismo, debe suspender temporalmente su comunidad imaginada heteronormativa para consolidar el sentimiento nacional y el consenso a través del reconocimiento y la incorporación de algunos, aunque no todos ni tan siquiera la mayoría, sujetos homosexuales.

[...]


Es decir, la excepcionalidad homosexual no se contradice ni socava necesariamente la excepcionalidad heterosexual; en realidad, puede reforzar ciertas formas de heteronormatividad junto con los privilegios de clase, raza y ciudadanía que requieren. La producción histórica y contemporánea de una normatividad emergente, la homonormatividad, vincula el reconocimiento de los sujetos homosexuales, tanto legal como representativamente, a las agendas políticas nacionales y transnacionales del imperialismo estadounidense. La homonormatividad puede ser considerada cómplice de e invitada a la valorización biopolítica de la vida en la reproducción de las normas heteronormativas.

Jasbir K. Puar. Terrorist Assemblages: Homonationalism in Queer Times.

Y me acuerdo de Obama.


Violencias y micromachismos

Ayer estuve con N. en el taller sobre violencias que organizaron Feminismos Sol en el aniversario del 15M. Primero se enumeraron y representaron diferentes tipos de agresiones y violencias (muchas de las cuales estarían englobadas en lo que ahora denominan micromachismos), y se evaluó su visibilidad como violencia dentro de los discursos sociales.

Entre esas violencias no sólo estaban las más visibilizadas o politizadas (el feminicidio, la violación por parte de extraños, la agresión física grave) sino también las menos reconocidas como tales (debajo de la punta del iceberg): la infantilización y desautorización en los debates, las interrupciones en las asambleas, la ocupación invasiva del espacio público, el lenguaje sexista, el acoso en las calles (también llamado "los piropos"), e infinitas variantes.

Es una pena que quedara tan poco tiempo para la parte más importante (aunque también es lógico, éramos muchxs y la asamblea general ya había comenzado en Sol): la definición de estrategias individuales y colectivas a la hora de responder a las agresiones y a los micromachismos.

Hablando de "los piropos", surgieron diferentes estrategias y algunas me encantaron, pues se salen de la tónica de increparle de vuelta, algo que a mí me supone más violencia todavía: desde carcajearse delante del baboso hasta que se sienta ridículo, quedarse callada antes de darle un susto, sacarse un moco delante de él... En Twitter, eva uvedoble propone meterse un dedo en la boca y rascarse el esmalte a modo palillo e Ysthar aboga por responder "guapa tú, ¡morenaza!".

Cuando nos íbamos, N. y yo hablábamos de las estrategias que utilizábamos nosotras y me encantó lo que hace ella cuando en el trabajo le ceden el paso en una puerta o en el ascensor; les dice: "Pasa, pasa, pasa al siglo XXI".

Me quedé pensando sobre el caso de la ocupación invasiva del espacio público. Me molesta mucho cuando en el metro, en el autobús o, incluso, compartiendo en un restaurante con amigxs, los hombres tienden a "expandirse", como si no les cupieran sus enormes testículos entre las piernas. Mi problema con esta cuestión es que, cuando me enfrento a ella, al expandirme yo y ocupar el espacio que me debería corresponder, se convierte en una guerra por el territorio en la que no me queda más remedio que estar en contacto físico directo con la persona en cuestión durante toda la comida o todo el trayecto, y no soy especialmente fan del contacto físico, de hecho, esto supondría violencia extra. Hablándolo con N. me sugirió comentarlo directamente: "perdona, estás ocupando mucho espacio y me hace sentirme incómoda, ¿puedo recuperar mi asiento?" Así sugirió una chica en el taller en respuesta al acoso en el transporte público: "Perdona, ¿podrías dejar de mirarme las tetas? Me estás haciendo sentir mal". Si soy capaz de hacerlo, ya comento...


Obama y el matrimonio

¡Que no nos han regalado nada, joder!
Paco Vidarte


Y ahora todxs emocionadxs porque Obama ha dicho que piensa que "las parejas del mismo sexo deberían poder casarse". También podemos darle las gracias y desearle un buen futuro por este grato favor que nos hace.

Ya he escrito en más ocasiones de lo que pienso de la lucha a favor del matrimonio igualitario. Pero quiero recalcar que no me siento ni emocionada ni agradecida por el gesto del presidente estadounidense. ¿Tengo que darle las gracias a uno de los mayores representantes del heteropatriarcado capitalista por querer aceptar a los gays-blancos-de-clase-media-media-alta como parte de la ciudadanía? ¿Si fuera estadounidense tendría que sentirme tentada por el partido demócrata dadas las declaraciones de Obama o el famoso discurso con peligrosos tintes imperialistas de Hillary Clinton ante las Naciones Unidas? ¿Debemos darle las gracias a Obama por querer sentarnos a la mesa de los ciudadanos respetables mientras apoyamos las botas sobre todxs lxs queer no reconocidxs? ¿Debemos, incluso, comprender su postura hacia Irán, Palestina..., porque ya sabemos todxs que allí matan a lxs gays?

Quizá soy demasiado exigente porque lo quiero todo o nada. Pero sí. Claro que soy exigente. Y quiero todo o nada. Si no lo queremos todo cómo vamos a conseguir nada.


4F

Unos días después de que Diana la pornoterrorista escribiera una catarsis sobre Patricia Heras, El Teleoperador escribía un resumen muy claro sobre el caso 4F. No puedo decir mucho más que lo ya dicho.

Dado que no conozco a ningunx implicadx en el caso, no sé si las ganas de llorar que siento cada vez que leo sobre él son por miedo o por rabia o por tristeza. O por todo a la vez.