A partir de la esclavitud y del colonialismo, las imágenes sobre nosotras, mujeres africanas, han sido utilizadas para reproducir la heterosexualidad y el patriarcado blanco, y estos sistemas de poder han organizado nuestro día a día de tal forma que ahora es difícil vernos como realmente somos en nuestras respectivas comunidades. Más aún, las imágenes que vemos se sustentan en binarismos que nos han sido constantemente dictados (hetero/homo, hombre/mujer, africano/no-africano). Desde que nacemos, nos enseñan a interiorizar sus existencias, a veces olvidando que si los cuerpos están conectados, conectando, la sensualidad va más allá de conceptualizaciones simplistas sobre género y sexualidad.
A pesar de que, a diferencia de la mayor parte de los estados africanos, nuestra Declaración de Derechos nos garantiza protección legal contra la homobia, no hay fotografías cariñosas, íntimas, de lesbianas negras. Como artista visual, una siempre está confrontada con las políticas de la representación. Tengo la opción de retratar a mi comunidad de una manera que nos convierta otra vez en ese producto para el consumo por el mundo exterior, pero también la de crear un cuerpo de significación que sea bienvenido por nosotras como comunidad de mujeres queer negras. Elijo el último camino, porque es a través de la captura del placer y erótica visual de mi comunidad que nuestro ser se va a ver con claridad, en la conciencia nacional y en la comunidad. Y es a través de mirarnos a nosotras mismas como encontramos amor, risas, alegría que puede preservar nuestra fuerza y recobrar nuestra salud según nos movemos en un futuro que todavía está tristemente lleno de amenazas e inseguridad -VIH/SIDA, crímenes de odio, violencia contra las mujeres, pobreza, desempleo.
En el último año, he perdido a dos de mis amigas de enfermedades relacionadas con el SIDA (una en abril de 2006 y otra en marzo de 2007). Ambas hicieron historia [herstory] en la comunidad lesbiana, pero sus historias no fueron celebradas públicadas. En consecuencia, una faceta de estas imágenes es crear conciencia sobre cómo nosotras, como lesbianas, necesitamos tomar precauciones cuando nos relacionamos sexualmente con otras mujeres. Lxs investigadorxs perpetúan rutinariamente la noción incorrecta de que tenemos menor riesgo de infección y transmisión porque no nos acostamos con hombres. Pero la realidad es que nuestras hermanas y compañeras [fellow sistahs] son violadas y asesinadas en este país todos los días. Quería fotografiar a 'mi gente' antes de que no quedemos ninguna.
Sus fotografías huyen de la figura de víctima a la que se somete a las lesbianas sudafricanas. Su situación no es para nada buena: la plaga de las violaciones correctivas sigue en aumento (sólo en Ciudad del Cabo se producen diez de estos crímenes a la semana); una señal más de que la situación legal (el matrimonio homosexual es legal desde 2006) no es para nada el indicativo del respeto a las personas LGTB+ en una comunidad. Recomiendo también este artículo, a través del que he conocido a la fotógrafa.
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