Los campos de concentración nazis marcaban a lxs prisionerxs con una simbología centrada, principalmente, en triángulos invertidos. Fabricados con tela, eran cosidos en las chaquetas y servían para identificar al individuo (mediante la deshumanización y colectivización, campos de desindividuación).
El amarillo aunaba a los judíos, el rojo a lxs prisionerxs políticxs, el verde a lxs criminales comunes, el violeta para testigos de Jehová, el negro para lxs asociales... y el rosa para los homosexuales. De esta forma, el triángulo rosa se ha convertido en uno de los símbolos por excelencia de la comunidad homosexual.
Sin embargo, cuando hablaban de homosexuales, lxs nazis (y no sólo lxs nazis...) pensaban en hombres. Cuando se consigue eliminar la posibilidad de una sexualidad femenina, se anula también la posibilidad de su homosexualidad. Será entre lxs asociales (arbeitsscheu) donde encontraremos a las lesbianas.
El triángulo negro reunía a aquellas mujeres que amenazaban contra el modelo de familia nacionalsocialista: feministas, lesbianas y prostitutas. Asimismo, incluía también a personas con discapacidades intelectuales, a las que carecían de hogar, alcóholicxs, gitanxs (aunque, en algunos campos, éstos eran reconocidxs con un triángulo marrón).
Siempre me han apasionado las reapropiaciones de símbolos y de términos.
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